04.- Petricor

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2316.


04.- Petricor

Marinette suspiró al acabar de hilvanar el segundo modelo del chaleco. Llevaba dos días encerrada en casa trabajando en ello y empezaba a desesperarse, tal vez si pudiera hacer que Adrien se lo probase podría comprobar si estaba bien hecho, pero no podía hacerlo.

—Los dos me parecen increíbles —declaró Tikki.

—No sé, Tikki, es la primera vez que hago uno y no tengo sobre quién probarlo.

—Puedes probártelo tú.

Marinette hizo un mohín.

—Yo no tengo la talla de Adrien.

Sin embargo, miró las dos piezas y se encogió de hombros. Se puso en pie, se quitó la camiseta de tirantes y se puso el primer chaleco, la tela era suave y agradable, había elegido bien, esperaba haber acertado también con la tela que había elegido para el forro.

—¿Cómo me queda?

—Te queda perfecto.

Miró su reflejo en el espejo, le quedaba grande, pero la forma le parecía correcta y el corte también. Tal vez podría pedirle a Luka que se los probase, aunque Adrien y él no tuviesen la misma talla.

—Luka... —murmuró, le había llamado hacía un par de horas y no había podido responderle, se le había olvidado completamente.

Tomó el teléfono y pulsó el botón de llamada.

En su cuarto, Luka rascaba las cuerdas de la guitarra distraído. No estaba de muy buen humor, primero Bob Roth y después Cléa, parecía que el universo se oponía con fervor a que el debut de Kitty Section fuese un éxito. Le molestaba que estuvieran por en medio, pero sobre todo el modo en que le estaba afectando a él, le estaban robando la calma y las ganas.

El móvil sonó, perdido entre las sábanas revueltas de la cama sin hacer, lo buscó y sonrió al ver la foto de Marinette llenando la pantalla. Descolgó sin esperar un segundo más.

—Hola, Marinette.

—Perdona, Luka, cuando me has llamado no podía contestar, estaba ayudando a mis padres en la panadería y...

—No pasa nada, Marinette.

Luka dejó la guitarra a un lado, se concentró en hablar con ella y recuperar un poco de aquella paz y energía positiva que había perdido.

—¿Has avanzado con los diseños?

—Estoy un poco atascada, pero lo conseguiré.

—No tengo ninguna duda al respecto.

—Luka... sobre lo del otro día.

Él suspiró, le había resultado imposible quitarse a Cléa de encima y al final Marinette se había marchado. Le había asegurado que no pasaba nada, pero sabía que, aunque fuera un poco, le había molestado. Habría querido poder decir en voz alta que era su novia, pero Marinette le había pedido que lo mantuvieran en secreto un poco más y él le había dado su palabra de que guardaría silencio.

—Lo siento mucho —susurró agobiada—. Sé que no debería de haberme marchado así, pero es que...

—Marinette, lo entiendo, no tienes que disculparte por ello.

—Aún y así, sabiendo que íbamos a estar unos días sin vernos no tendría que haberlo hecho.

—Cléa es una compañera de clase. Nos conocemos desde que éramos unos niños —explicó sabiendo que Marinette nunca le preguntaría nada, aunque se muriera de curiosidad—. Cuando empecé a mostrar interés por la música mi madre me llevó a la sala de ensayos de su grupo y me dijo que eligiera el instrumento que quisiera.

Una canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora