Warzone Heir || Bucky Barnes (Warzone legacy 3)

Capítulo 14: "Luna de miel"

Era el primer día en semanas que no estaba lloviendo y las Dora Milaje decidieron trasladar el entrenamiento a la arena a las afueras del palacio. Consideraron que un poco de sol les haría bien luego de tantos días grises. Liv estaba encantada, nunca fue fanática de mantenerse encerrada y cualquier oportunidad que tuviera de estar al aire libre venía de maravilla. Eran alrededor de las seis de la tarde cuando finalmente dieron la sesión por finalizada, el olor a lluvia aún flotando en la brisa de primavera y el suave sonido de las risas que se escuchaban de fondo hizo sonreír a la chica. Era un buen día. Aunque, sin deseo de jactarse, todos los días en Wakanda eran buenos días, o al menos esa ha sido su experiencia durante los casi dos años que llevaba viviendo allí.

Liv tomó lo restante del contenido dentro de su botella de agua y la guardó en su bolso sobre la banca. Acomodaba su enmarañado cabello despreocupadamente y se tomó un segundo para cerrar los ojos y sentir el sol sobre su cara. No por mucho, de todas maneras, pues conseguir protector solar en aquel lugar no era fácil y la muchacha no engañaba a nadie con su origen escandinavo y pecas por toda la cara. Ya bastante había tenido que lidiar con las bromas por parte de sus compañeras cada vez que venía a trabajar con la cara insolada.

—¿Cómo ves a las nuevas? —Amara, la coordinadora y encargada del entrenamiento de las nuevas reclutas de la guardia real, se acercó a Liv con una sonrisa, ambos brazos a su espalda y una mirada de reojo al grupo de mujeres que se aglomeraban en el centro de la arena bromeando entre sí.

—Tienen potencial —asintió la pelirroja, aún jadeando levemente. Debía admitir que más de una chica allí le había dado una pelea justa—, creo que pueden llegar bastante lejos.

—Veremos cuántas sobreviven la siguiente semana.

—No seas tan mala con ellas —le devolvió la sonrisa Liv—, aún son niñas.

—Déjame la enseñanza a mí —la señaló con su dedo—. Tú encárgate de partirles el trasero hasta que aprendan a defenderse.

—Amo este trabajo —negó la pelirroja con una sonrisa, ganándose una mirada divertida por parte de su compañera.

Amara le dio unas palmadas en la espalda antes de tomar sus cosas y retirarse de la arena de combate. Liv no recordaba cómo es que había llegado hasta allí. Ni siquiera estaba segura de que hubiera habido una propuesta de empleo oficial, solo que luego de frecuentar tanto los entrenamientos de las Dora Milaje por un par de meses comenzaron a integrarla como parte del equipo. Sea cual fuese el caso, estaba eternamente agradecida. Sí, enseñar música era divertido y satisfacía la parte artística de sus necesidades, pero allí podía descargar gran parte de su adrenalina, lo cual era gratificante para su instinto vikingo. Además, era bueno ser de utilidad para el servicio del rey, de esa manera sentía que al menos podía devolverle algo de la amabilidad que T'Challa había tenido con ella desde el momento en el que pisó Wakanda.

Tomó sus pertenencias de la banca y comenzó a caminar rumbo a la ciudad para poder tomarse el tren de regreso a la casa. Colocó los auriculares en sus oídos y puso aleatorio en su lista de música, guardando el celular en el bolsillo de su campera al terminar, y miró a su alrededor. Aún luego de dos años las personas persistían en voltear a verla cuando entraba a cualquier habitación. Liv no los juzgaba, la verdad era que destacaba de entre el resto de ciudadanos incluso si no lo intentaba, y para esos momentos ya se había vuelto algo habitual. Ya todos sabían de ella o habían escuchado sobre ella, por lo que no causaba tanto revuelo como los primeros meses de estadía.

El tren llegó a la estación a las seis y cuarto, con una puntualidad estremecedora, y rápidamente encontró un lugar al final del vagón para descansar las piernas por unos momentos. La vista de la ciudad siempre podía cautivarla, pero no había nada más hermoso que el paisaje una vez que los edificios comenzaban a desaparecer y la naturaleza rebosaba de vibrantes colores. La dejaba muda cada vez. Era su parte favorita del trayecto diario, la motivaba a ir a trabajar todas las mañanas.