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Unas cuantas semanas después, como cada año en esas fechas, el aire parecía diferente, la gente corría de un lado a otro y las calles se atascaban de gente, era 24 de Diciembre, estábamos en plena víspera de navidad, Emma tenía un baile en un musical con la escuela de baile Swan, me había dado cuenta una semana atrás de que era de su familia, de su mamá para ser exactas y ella tenía a cargo una bonita coreografía con su grupo, me había enseñado una parte de ésta una de esas tardes en las que compartíamos un rato.
El reloj de la pared marcaba el medio día y yo estaba recogiendo mis cosas para salir cuando un rubio vestido de verde y rojo me sonrió y no pude evitar sonreírle. Robin había intentado salir conmigo en variadas ocasiones, había accedido a un par de ellas pero nunca le di cavidad a algo más que una amistad y él parecía haberse rendido.

-¿Lista para navidad? -se sacó el abrigo.

-Un poco, sí -sonreí y él sonrió.

-Te traje algo -sacó de su bolso una cajita envuelta en papel de regalo rojo brillante.

-Oh, Robin, yo no tengo un regalo ahorita -susurré y tomé la caja.

-No importa, no necesitas darme nada, tontuela -me dio un abrazo y suspiré apretándolo más.

-¡Gracias! -besé su mejilla y tras un asentimiento de cabeza me marché.

Tomé un taxi que demoró un poco, estuve en la casa justo al tiempo que Emma se bajaba del auto de sus padre, David agitó su mano en saludo e hice lo mismo, Emma corrió hasta mí y me abrazó.

-¿Todo bien, rubia? -reí mientras la abrazaba.

-Me tiembla hasta la quijada de arriba, ¡moriré de nervios! -me soltó y reí, su mirada se fue hasta la caja roja- ¿tenemos admirador?

-Es de Robin -le dije y elevó sus cejas.

-¿Don "te esperaré cuanto haga falta"?

-Así es -sonreí y empecé a caminar- ¿no tienes que estar ensayando?

-No -empezó a seguirme- mandamos a descansar a todas las personas, a las cuatro estaremos en el teatro por peinado, maquillaje y vestuario.

-¿Y qué tal crees que saldrá todo? -abrí la puerta y entramos.

-Espero que bien -caminó hasta el sofá y se dejó caer de espalda.

-¡Pero si están aquí! -gritó Zelena saliendo de la cocina y haciendo que dieramos un salto.

-El árbol se ve hermoso -sonrió Emma.

Días antes se había metido en nuestra casa con Hade, cargando un árbol y adornos en cajas, ni siquiera sé decir cómo me sentí o si papá sudaba o lloraba, fue gracioso, fue casual, fue familiar, tal vez desde ese día papá se aferró a ésa y ése rubio que habían irrumpido en nuestra familia de manera tan drástica. Tras Zelena y con una bandeja de pan en sus manos: Hade, sonriente y con esa mirada cómplice que me daba, mirada que yo no entendía.

-¿Y esa caja? -dijo papá bajando por las escaleras y reí.

-¡Le pregunté lo mismo, Henry! -dijo Emma y papá rió.

Abrió sus brazos y Emma corrió a abrazarlo, papá besó su frente y volvieron al sofá, me senté en el único sofá individual, ya que papá y Emma abarcaban uno grande igual que Zelena y Hade el otro, puse la caja en mis piernas y suspiré, todos la miraban.

-¿Fue Robin, cierto? -dijo Hade y todos reímos- El chico no se cansa de intentar.

-¿Quién se cansaría? -esta vez fue Emma y todos volteamos a verla, todos serios menos Hade que tenía una gran sonrisa, Emma abrió sus ojos enormes y se puso roja- yo... bueno...

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora