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Acababa de empezar el descanso entre periodo y periodo, justo había matriculado las últimas materias y estaba haciendo los trámites de pago sentada en una esquina del porche, cuando el auto de Killian se estacionó en la acera y Emma apareció en un diminuto vestido negro, el cabello suelto y en sandalias, Killian se bajó del auto y tras darle la mano se dieron un beso, un largo beso, yo la miraba y cuando ella volteo a verme yo volví la vista a la computadora; mi ánimo decayó totalmente, tal vez la noche anterior había sido un desperdicio, probablemente Emma ni hubiera pensando en ello. Cuando terminé el proceso de pagó subí a vestirme para ir a trabajar, y una hora más tarde estaba metida en una mini seta, un jeans y mi bata blanca en mano, llamé un taxi y en minutos estaba frente a la farmacia, entré y frente a mí, apoyado en el mostrador: Robin. No pude evitar reír al verlo mover las llaves, me abrió la puerta y tras un abrazo me las entregó.

-¿Qué tal la mañana? -me puse mi bata y sonrió.

-Bastante bien, me alegra que hoy traigas tenis -me sacudió el cabello.

-Me alegra que hoy vinieras en jeans -reí y él rió.

Siempre andaba ropa elegante y yo me había burlado muchísimo de él, era un buen amigo y compañero. Se marchó en minutos y yo me hice cargo, el resto de chicas y chicos que trabajan conmigo decidieron que era oportuno comprar café y pan porque era ley hacerlo en el turno de la tarde.
A las cinco y tanto la vi entrar por la puerta con una pequeña en brazos, la niña sollozaba, me asusté un poco, tal vez por su cara o porque era esa pelinegra tan tierna.

-¿Qué pasó? -abrí la puerta y ella empezó a camina tras mí.

-Se dobló el tobillo, solo necesito una venda -estaba seria.

-Yo la vendo. -se la quité de los brazos y la senté en la camilla, la niña me miró y le sonreí- Todo va a estar bien, muñeca -le limpié sus lagrimas y ella hizo puchero- ¿duele mucho?

-Sí -susurró.

-Bueno, cuando a las muñecas les duele mucho comen una paleta -saqué una paleta de corazón de la bolsa de mi bata y se la di haciéndola sonreír de inmediato.

-Emma está asustada, ¿puedes darle una paleta? -dijo y voltee a ver a Emma que me sonrió con sus labios apretados.

-Puedo, sí -saqué otra paleta y se la entregué- a las muñecas grandes también se les dan paleta -le guiñé un ojo y volteo a ver su paleta.

Saqué una venda y empecé a vendar su tobillo y pie mientras chupaba su paleta, Emma seguía apoyada en la pared, cuando terminé la niña que me dijo se llamaba Aislin, me dio un abrazo y un beso.

-¡Gracias! -pasó de mis brazod a los de Emma.

-Con gusto, muñeca -toqué su naricita y le sonreí- ¿Te sientes bien? -miré a Emma y asintió.

-Solo fue un pequeño susto, no sabía que hoy estabas en la tarde.

-Sí, bueno, cambios -sonreí y metí las manos en mis bolsillos empezando a caminar tras ella.

-Gracias, Regina -me sonrió y salió de la farmacia.

Me voltee y suspiré, el resto de la tarde y noche estuvieron bien, tranquilos, un par de vacunas y recetas para tos, a las diez treinta estaba cerrando, en la acera y dentro del auto, Zelena me esperaba, la noche estaba caliente, me quité la bata y subí, suspiré y eché mi cabeza hacia atrás.

-¿Todo bien? -puso el auto en marcha.

-Fue un día... ¿raro? -la miré y le sonreí.

-¿Qué tan raro? -sonrió.

-Cuando lleguemos a la casa te cuento, necesito... respirar.

Volví a cerrar mis ojos y apoyar mi cabeza en el asiento, cuando llegamos papá estaba dormido y yo no tenía hambre, subimos a las habitaciones y tras darme un baño y ponerme pijama Zelena vino a mi habitación, traía unas tazas de té y galletitas de mantequilla, se sentó frente a mí en la cama y suspiré.

-Creo que me gustan las mujeres -solté y ella asintió, pero no se echó a reír y eso me sorprendió.

-Lo sé, intento hacer que lo veas hace mucho tiempo, Gina -tomó de su taza y suspiró- ¿y por qué eso influyó hoy?

Le conté lo que pasaba con Emma, a detalle y sin detenerme, de repente todo empezaba a tomar forma y hacía que me doliera el estomago, estaba tratando a Emma como si...

-Están ligando -sonrió y la miré asustada- todos nos hemos dado cuenta, Hade se dio cuenta de inmediato.

-Emma tiene novio, Zel -ella suspiró.

-Sí, y probablemente por eso se ha retraído hoy; ha de haber estado pensando mucho, igual que tú y bueno, le dio miedo arruinar las cosas, es entendible -se metió una galleta a la boca y yo me dejé caer de espaldas a la cama.

-¿Tengo que alejarme? -la miré y ella elevó y bajó sus hombros.

-Habla con ella y pongan en claro las cosas, a ti no te hace bien estar al lado de alguien que no sabe lo que quiere.

-¿Cómo sabes que no lo sabe? -arrugué mi entrecejo.

-Porque he visto cómo te mira, te habla, te toca, te todo -sonrió- y la veo besar y abrazar a Killian en la acera; la vi invitarte a cenar y luego veo que hoy lo invita a cenar a él y justo ayer casi se te declaró y hoy...

-no me habla -la interrumpí y asintió.

-No eres un juego y tienen que decidir si van a ser amigas y bueno, si tú quieres ser su amiga -me tendió una galleta y la tomé.

-No quiero asustarla.

-Pues no lo hagas -quitó la bandeja de la cama y se acostó a mi lado- intenta dormir, mañana será otro día y tal vez puedan conversar.

-Ni siquiera estoy segura si me gustan las mujeres -me abracé a ella y se echó a reír.

-¡Bueno, yo sí!

-¡Tú no eres yo, Zelena! -chillé.

-No, soy mejor -la golpee y se carcajeo.

Nos quedamos dormidas segundos después, esa noche no pensé demasiado y al siguiente día desperté un poco tarde, me tocaba por la mañana en la Farmacia y el día estaba muy soleado, subida en mis tacones y metida en un pantalón de vestir tobillero negro y un ligero abrigo verde, con la bata colgando en mi brazo y mi cabello en un moño, me topé a Emma en una licra, top y tenis, estaba sudada y frente a su casa, un poco ahogada, le sonreí y me sonrió, el taxi se detuvo frente a mí y subí. Yo no iba a acercarme cuando era ella quien había dejado de hablarme sin motivo aparente.

Emma se había quedado ahí, viendo cómo me perdía en el taxi y parecía que mi olor se paseaba en el lugar, acaba de llegar de trotar y cuando me vio, por segunda vez en un intento fallido de no hacerlo, su estomago se contrajo y si ya le faltaba un poco el aire, ahora parecía no encontrar ninguno. Sus manos temblaban y agradecía no haber tenido que hablarme, era sumamente confuso verme y ver a Killian, eran sentimientos distintos que ella no entendía, en toda su vida jamás había sentido algo similar por una mujer.

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora