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Quince de Diciembre, estábamos sentadas en el auto, mi cabeza reposaba en la cabecera del asiento, Emma abrazada al volante, los dos vasos de cartón llenos de chocolate humeaban, llegamos diez minutos antes a la lavandería y estábamos esperando para no parecer demasiado desesperadas, veníamos por su vestido y mi vestido rojo para su boda, tenía una semana de estar en pausa sobre esa situación, en casa no se tocaba el tema y con Emma era como si estuviésemos planeando una celebración cualquiera, me había pasado mucho rato cuando tocaron mi ventana y nos sobresaltamos, voltee a ver y metida en un gran abrigo de piel café, con su cabello suelto y su cabeza casi totalmente cubierta por un gorrito: Ruby. Reí y abrí la puerta, cuando salí, siempre bajo la atenta mirada de Emma, Ruby me abrazó y me dejó un par de besos en el rostro.

-¿Qué haces fuera de casa con este frío demoniaco? -chilló y reí.

-Venimos por unos vestidos, mi mejor amiga se casa en unas semanas y hoy teníamos que retirarlos -la puerta seguía abierta y Emma se había enderezado pero no nos miraba.

-Bien, ¿qué harás mañana?

-Tenemos pijamada -saltó Emma y voltee a mirarla. ¡Claro que no teníamos!

-Bueno, ¿y hoy en la noche? Podemos comer algo en mi casa o la tuya -sonrió y sonreí.

-Hoy decoramos la casa, va Emma y estaremos el resto, ¿quieres venir? -no sé por qué la invité la verdad, tal vez fue un gesto de cortesía o ganas de darle celos a Emma.

-¡Genial! Me pasas la dirección y si el clima no empeora ahí estaré.

-Perfecto -le sonreí y ella me entregó una tarjeta con su nombre.

Cuando se marchó Emma bajó del auto, cerramos las puertas y entramos a la lavanderia, una vez dentro miré la tarjeta impresa en rojo fosforescente que en letras negras y elegantes escribía:
"Ruby Lucas.
Terapeuta de lenguaje" y si la volteabas salía su número en grande y un lobito en negro se divisaba en una esquina, sonreí.

-¿Qué es tan gracioso? -levanté la vista para ver a una seria Emma.

-La tarjeta es encantadora -la moví en el aire y luego la guardé en la bolsa de mi abrigo.

-Sí, bueno, no más encantadora que la oferta que le hiciste -me miró y arrugué el entrecejo.

-¿Por qué estás molesta? -ella elevó sus hombros y en eso aparecieron con las cajas de nuestros vestidos.

Tras el pago subimos al auto, dejamos las cajas atrás y nos volvimos a centar,
pasé mi cinturón sobre mi pecho y tomé mi chocolate en una mano, miraba al frente y el gris paisaje que se dibujaba, aún no nevaba y parecía que, igual que el año anterior, no lo haría. Emma iba en silencio pero no quise preguntarle, con Emma y sus mensajes a medias sobre lo que quería o no quería que hubiese en nosotras era desconcertante.

-¿Por qué te molesta cada vez que alguien intenta ser lindo conmigo? -me voltee a mirarla.

-¿De qué hablas?

-Robin, Ruby...

-Bueno, ya sabemos que no te gustan los chicos, así que, no sé, Robin solo no funcionaba y era taaaaan intenso -rodó sus ojos.

-¿Y qué tiene de malo Ruby? No la conoces y la chica todo lo que hace es ser linda conmigo -me miró y luego volvió su mirada a la calle.

-¿Te gusta?

-No es el punto.

-¡Responde! -chilló.

-¡No tengo que hacerlo! -le respondí igual y ella aparcó en una orilla- ¡Tú quieres explicaciones y que yo sea honesta, pero tú no lo eres!

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora