14

553 52 22
                                    

Tres maletas en la salida, mis brazos alrededor de su cuello, Zelena me abrazaba a mí y en ese silencio tan absoluto, una tarde de Diciembre, papá decía adiós, había decidido irse solo al aeropuerto y la despedida había sido ese en ese porche de nuestra más reciente casa; los negocios iban en ascenso y su presencia ya era inminente.

-¿Van a estar bien sin papá? -besó mi mejilla y sonreí.

-Bueno, ¡vamos a estar! -suspiré y él sonrió.

-¡Ven acá, pelirroja! -abrió sus brazos y Zelena dio un salto hasta abrazarlo- Todo va a ir bien con Hade y si no... si no tú sabes que en Canadá la casa tiene un cuarto para ti -besó su cabeza y me miró- y para ti también -me guiñó un ojo.

Hade fue a dejar a papá al aeropuerto y Zelena y yo nos quedamos sentadas en la sala de estar, el árbol brillaba y afuera cada vez estaba más oscuro, papá no se había quedado para navidad aunque solo faltaban dos días, su presencia se había tornado indispensable allá y se había ido, dejando a Hade a cargo y a nosotras con un vacío emocional.

-¿Es normal que papá siempre nos ofrezca salidas de emergencia? -susurró mi hermana y voltee a verla, tenía los ojos tan llorosos como los míos, me acerqué y la abracé.

-Creo que es lo que tiene ser papá, mamá era igual, tal vez solo quiere que estemos seguras de que podemos correr a sus brazos si el mundo se nos hace muy pesado -susurré y ella suspiró y me abrazó.

-Sabes que puedes compartir la carga conmigo, ¿cierto? -besó mi frente, cerré mis ojos y asentí.

-Tú igual -susurré.

-Lo sé, tontuela.

Esa noche dormimos juntas, Hade se había quedado en su casa avisando que necesitábamos tiempo de hermanas, la mañana siguiente papá avisó de su llegada y el día parecía estar un poco más claro, no había parado de nevar pero esa mañana no nevaba, nos alistamos para el trabajo, el último día que trabajaría pues había tomado vacaciones y empezaban al siguiente día, necesitaba acostumbrarme a la ausencia de papá en casa. Como de costumbre, llamé un taxi y cuando salí a la acera vi a Emma en su habitual ropa abrigada y con su gorrito apretando su cabello, le sonreí y me sonrió. ¿Cómo toco este tema sin hacernos sonar patéticas?

Habíamos hablado la mañana siguiente de aquél revoltoso día, no había pasado demasiado de ese día en realidad, pero la siguiente mañana nos despertamos un poco, demasiado, confusas y mientras ella miraba el techo acostada a mi lado mientras yo seguía con mis ojos cerrados, la sentía y ella sabía que yo estaba despierta.

-¿Podemos hablar? -susurró y asentí- ¿puedes abrir los ojos?

Me voltee y la miré, ella sonrió.

-¿Podemos hacer como si esto no pasó? Yo sé que no vamos a olvidarlo pero...

-Fue un error -terminé por ella y se sentó, yo me senté también.

-No sé qué fue pero, se parece más a un impulso. Gina, y yo me caso en menos de un mes, solo -suspiró y pasó las manos por su rostro- ¿sí entiendes que te amo pero me confundí? No sé si es ese tipo de amor y...

-No necesitas explicarte -tomé su mano y le sonreí- tampoco es que yo pusiese resistencia y...

-No, no, no es tu culpa -apretó mi mano y sonrió- puede que sí lo sea, que sí sienta estas cosas, pero no estoy lista ni segura si es lo que quiero vivir.

Lo demás fue mucho de lo mismo, no la presioné porque no valía la pena, no la presioné porque la amaba y no quería hacerla sentir mal, no la presioné porque su felicidad y tranquilidad era primordial, desde aquél día no mencionamos más el tema y habíamos vuelto al punto donde éramos muy amigas pero habíamos eliminado las pijamadas y las tardes de té. Y ahí estaba, al otro lado de la calle, vestida de blanco como el día que la conocí y sonriéndome.

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora