10

530 59 36
                                    

El amor da miedo y alegría
el amor te mantiene despierta todo el día
de amor se vive y muere.


Pasé la llave y me di la vuelta, en la acera y recostado en su auto: Robin. Sonreí al verlo y caminé de prisa hasta él, un abrazo y un beso en la mejilla.

-¿Lista para ese examen?

-Más que lista -le sonreí y él volvió a abrazarme, al separarme Emma estaba en la acera, y segundos, frente a ella, se estacionó Killian.

Yo subí al auto de Robin y ella al de Killian tras compartir una sonrisa, Robin hablaba de mi examen mientras intentábamos repasar, era un tipo tan agradable y amable, había estado yendo a casa para estudiar y Emma se había sumergido en sus clases, teníamos una semana de no hacer las tardes de té; desde el viaje en motocicleta. Esa noche en la que hablé con Zelena y terminó con aquél comentario sobre mis preferencias sexuales se me hacía incómodo ver a Emma y creo que ella se le hacía incómodo verme. Cuando estuve frente a la universidad y me despedí de Robin mi celular vibró.

"Suerte, Gina, aunque sé que no la necesitas. Te quiero :*"

Mi corazón se detuvo y mi boca se secó, todo pareció fluir mejor y los nervios se menguaron, era un simple mensaje de Emma, de MÍ EMMA.

"Gracias, suerte hoy, sé que compiten. Te quiero :*"

Apagué el celular y entré, a los minutos el examen dio inicio y pude desarrollarlo bien, tal vez me perdía un poco recordando el emoji de beso que había mandado Emma, en el "Te quiero" que tan audible me era, tal vez me perdí en recordarla sonriendo y riendo, o en simplemente verla dando clases. Estaba tan perdida en ella que al terminar el examen tomé un taxi casi inconsciente y le di dirección del teatro donde se iban a presentar en la primera competencia, estaba relativamente cerca y mi inconsciente parecía tener vida propia. Cuando me bajé y vi el lugar abarrotado de autos me custioné mi presencia allí, pero cuando me iba a girar para marcharme.

-¡REGINAAAAAA! -gritos, me volteé y un grupo de niñas corría hasta mí, reí y me arrodillé para recibirlas.

-¿Cómo están, princesitas? -les sonreí.

-Emma dijo que no vendrías, porque estabas ocupada pero ya viniste -dijo una de cabellos rubios y reí.

-¿Cómo iba yo a perderme este espectáculo? -hice voz de indignada y todas rieron.

-Bailamos en treinta minutos -dijo otra emocionada y reí.

-¡Pues vamos adentro! -me levanté y todas corrieron frente a mí.

Se veían adorables en esos trajes llenos de brillos, vuelos, hojas, cuando dejé de verlas y vi al lado, Emma sonreía con sus brazos cruzados, subida en mis tacones y metida en mi vestido a cuerpo que llegaba hasta mis muslos, caminé a esa Emma en jeans, camiseta, botas y una coleta, le tendí una mano y la halé, ella se abrazó a mi cintura y levantó su rostro para verme mientras yo pasaba mis manos por sus brazos.

-¡Así que no podías perderte este espectáculo! -entrecerró sus ojos y reí.

-Bueno, las niñas son adorables -se apartó se mí y tomó mi mano para empezar a caminar.

-¡Y ni qué decir de su maestra! -me miró sobre el hombro y reí.

-Eres una narcisista -ella me iba a soltar en su papel de ofendida pero la halé hasta tenerla pegada a mí. Mi corazón se disparó y por su mirada y respiración supe que el suyo también.

-¡Oh, Regina! -dijo feliz mientras caminaba hasta mí, Mary, solté a Emma y dejé que Mary me abrazara- No me dijo Emma que vendrías.

-Es que no sabía si llegaría -le sonreí.

-¿Qué tal el examen? -preguntó y Emma me sonrió.

-Pues sencillo, recibí un mensaje antes de entrar que me tranquilizó -volteé a ver a Emma y sonrió.

Entre más plática llegamos adentro, me senté al lado de Emma y dos números más tarde estábamos gritando porque las niñas habían entrado al escenario, sonrientes, saltarinas, elásticas y sincronizadas, Emma había tomado mi mano y cada que gritaba o se emocionaba la apretaba, no sabría decir qué escenario disfrutaba más: Emma emocionada o las niñas bailando.
Dos minutos parecieron dos segundos y cuando terminó abracé a Emma cuando nos pusimos de pie, ella me abrazó de vuelta y yo besé su frente.

-Ha estado increíble, rubia -le sonreí y ella sonrió.

-Gracias, Gina -susurró y sonreí.

No fue el tercero ni el segundo, ¡fueron el primer lugar! Emma brincaba y de repente me abrazó y reíamos, las niñas bajaron eufóricas a abrazarla y luego a abrazar al resto.

-¿Quieres venir a comer pizza con el grupo? -me propuso Emma y sonreí.

-¿No incomodo?

-Tú nunca incomodas, corazón -tomó mi mano y sonreí.

Salimos tomadas de la mano, sonriendo, cantando, ella brincaba y luego me abrazaba. Me llevaron en el autobús hasta una pizzería en el centro, tres pizzas grandes y cuatro botellas de gaseosa, si Emma no hiciera tanto ejercicio seguro estaría rodando, comía como si su estómago no tuviese fin. En realidad fue de los mejores recuerdos que cree con Emma, las niñas habían permitido que yo entrara en ese grupo tan pequeñito. Cabe recalcar que a esa celebración de pizza solo fuimos Emma, yo, las niñas y sus mamás, el resto de la compañía se había dividido de diferentes maneras para celebrar. Una vez que nos despedimos de todas, Emma y yo tomamos un taxi, el camino fue silencioso y cómodo, como si con nuestra presencia bastara y sobrara. El taxi se detuvo a mi lado de la acera, bajamos y yo pagué, vimos el taxi alejarse y luego me volteé para verla de frente.

-Muchas gracias por este día -le sonreí.

-Gracias a ti, las niñas te adoran y sus mamás también -tomó mi mano y empezó a juguetear con mis dedos- y ahora parece que te has ganado a mi mamá, señorita Mills -volteo a verme y reí.

-Algo así como tú con mi papá, señorita Swan -tomé su mano y me pegué a ella.

-Te amo -susurró y mi corazón se detuvo, pasó sus manos por mis hombros hasta llegar a mi cabeza y masajear mi cráneo- te amo tanto pero no sé cómo -cerró sus ojos y yo hice lo mismo, pasé mis manos por su cintura y pegué mi frente en la suya.

-Yo también te amo, Emma -susurré y ella suspiró.

-¿Igual que yo? -acarició mi mejilla y me recargué en su caricia.

-Creo que sí -tomé con mi mano su mano y detuve su palma en mis labios para besarla.

Ella abrió sus ojos y sonrió, le sonreí, pero entonces un sonido de un auto acercándose nos hizo separarnos y al ver que eran sus padres nos despedimos, un beso y abrazo y adiós. Ninguna noche lloré tanto, estaba perdida y desesperada, Emma estaba con alguien, Emma era una mujer, Emma era mi amiga, y yo estaba ahí llorando porque no entendía por qué pasaba así. Al otro lado de la calle Emma duró muchísimo más en el baño, perdida bajo el agua que caía, su mente maquinaba muchas cosas a la vez, tenía miedo y felicidad al mismo tiempo, estaba tan segura e insegura, era el mismo sentimiento de aceptación y contradicción el que nos invadía a ambas. Ninguna durmió bien, no compartimos mensajes ni bajamos a cenar, vi y vio su celular mucho rato, vi y vio nuestras fotos mucho rato más, tal vez solo era una confusión, tal vez al ser una amistad tan nueva era extraño y malinterpretamos la situación. Pensamos muchas cosas y temimos muchas otras, pero, no a horas prudentes. Nos fuimos quedando dormidas con el hecho de que el miedo nos había superado y el corazón estaba apretujado. ¡Qué jóvenes e ingenuas éramos al creer que el amor se explica y elije!

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora