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Estaba de pie frente a la casa, brazos cruzados, en pantuflas y pijama, mi papá sentado en una pequeña mesita que había sacado para trabajar ahí fuera, porque "el aire libre me inspira", hablábamos sobre que empezaría mi segundo año de universidad y empezaría a trabajar en la farmacia del centro, papá me había encontrado un puesto con una amiga y aunque todavía no sería la farmacéutica, como mi carrera lo indicaba, sería asistente de farmacia y eso me valía, Zelena nos escuchaba sentada al lado de papá. Hablamos y hablamos hasta que un auto se aparcó frente a la casa, nos volteamos a ver, la rubia de hace dos días bajó del auto: mayas blancas, ropa de ballet, unas tenis, un abrigo abierto y el cabello en un alto moño, se inclinó y besó al chico que manejaba, no lo vi bien pues desapareció rápido, ella observó el auto hasta que se marchó y luego se volteo para entrar a la nuestro patio, no había portón así que entró sin más.

-Señor Mills, mi padre me dijo temprano que le entregara esto -le tendió un papel a mi padre y luego nos sonrió a Zelena y a mí, se acomodó su mochila verde musgo- es el número de teléfono, y bueno -me miró- mi mamá me dijo que les invitara a cenar -se mordió el labio.

-Yo no puedo -respondí y Zelena me miró extrañada- hoy tengo que ir a ver lo de la farmacia y no sé si llegaré a tiempo.

-Nosotros dos sí podemos -respondió Zelena y la rubia sonrió y se volteo a mí.

-Si llegas temprano puedes ir, no es nada muy formal, podrías ir con ropa de hacer vueltas -le sonreí.

-Gracias, lo tendré presente -en ese momento el viento me dio de lleno y mi pelo se desordenó, estaba helado, el clima, todo en sí.

Se despidió y cruzó la calle para pasar el portón de la casa de en frente, mientras ella caminaba nadie habló, me abracé un poco más fuerte y caminé hasta entrar a la casa.

No tardé demasiado tiempo en calzarme mis tacones negros, mi traje de pantalones rectos rojo y chaqueta a juego con una camisa de cuello alto negro, me dejé el cabello suelto y bajé para salir, metí en mi bolsito de lentejuelas rojo una pequeña botella de agua y una galleta que se apretujaron a mi cartera, no llevaba puesto mucho maquillaje y antes de salir tomé un elegante sombrero negro que solía usar mi hermana para sus fotos de Instagram, Zelena era maestra en un Kínder y había pedido traslado para ejercer en nuestra nueva ciudad, abrí la puerta y al salir papá seguía dibujando en su libro, era dueño de una mueblería bastante grande que estaba empezando a despegar en el resto del país, Zelena a su lado arreglando cosas en su computador me volteo a ver sobre sus lentes y sonrió.

-Ese rojo pasión me deja ciega de la impresión -le sonreí y caminé hasta ella.

-Es el efecto Regina, cariño -me incliné y le di un beso al aire- me voy -abracé a papá y él besó mi cabeza- ¡deséenme suerte!

-No la necesitas -respondió papá y empecé a caminar.

-Tal vez sea un guapísimo Farmacéutico -dijo Zelena y me devolví con una sonrisa.

-O tal vez sea uno gordo y feo -arrugué mi entrecejo.

-Y amargado -respondió papá y reí, en eso pasaba un taxi que detuve al alzar mi mano.

-Disfruten la cena -les guiñé un ojo y subí al auto.

Me había quedado de reunir con el farmacéutico a las cinco de la tarde, acababa su trabajo a esa hora y me daría una pequeña visita de reconocimiento en la farmacia. Llegué faltando cinco minutos, no estaba demasiado lejos de casa sin presas, pero no quería imaginarme con presas; cuando abrí la puerta recibí una que otra mirada, caminé hasta estar frente a una rubia que parecía ser la más agradable.

GIROS -swanqueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora