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_POV Camila _

UUna llamada de Aaliyah iluminó la pantalla de mi teléfono, y decidí contestar.

— Camila — resonó la voz preocupada de Aaliyah al otro lado de la línea.

—Hola, Aaliyah — respondí.

—¿Está Shawn contigo? — preguntó, y su tono denotaba preocupación.

—No, Aaliyah — contesté. — Hace tiempo que no hablo con él. ¿Pasa algo?

—Andrew nos llamó diciendo que no está en la disquera, pero tampoco se encuentra en ninguno de sus departamentos. Dejó su celular en la oficina — explicó Aaliyah, su preocupación palpable en cada palabra.

En ese momento, sentí un nudo en la garganta, de esos que amenazan con hacer que vomites pero que permanecen ahí, apretándote. Quería llorar.

—Entendido. Voy a buscarlo y si tengo alguna información, les aviso — prometí antes de terminar la llamada.

En ese instante, agarré mi chamarra y mi celular, salí del hotel a toda prisa y tomé un taxi, decidido a buscar a Shawn por cada calle de Los Ángeles.

La desesperación y el miedo de que algo malo le ocurriera hacían que mi corazón latiera más rápido que nunca. No podía evitar pensar en lo peor, y las lágrimas seguían surcando mis mejillas. En ese momento, me di cuenta de una verdad innegable: amo a Shawn con todo mi corazón. No puedo soportar la idea de que algo le suceda.

Recordé con dolor aquella noche en la que me fui de la casa de Shawn aquí en Los Ángeles. Él suplicaba con lágrimas en los ojos que no me fuera, que yo era el amor de su vida. Pero no le di la oportunidad de explicarme lo que había pasado.

(...)

Dos horas después de buscar a Shawn por cada calle de Los Ángeles, recibí una llamada de Aaliyah.

—¿Sabes algo? —preguntó al otro lado de la línea.

—No, nena. —solté un sollozo y colgué.

Lo primero en lo que pensé fue en el aeropuerto. Le dije al chofer que acelerara lo más que pudiera, no me importó cuántas reclamaciones ganaría.

Al llegar al aeropuerto, no supe a dónde dirigirme, pero fue lo único que se me ocurrió.

—Quiero un boleto a Toronto lo más rápido posible, por favor —le pedí a la señorita encargada de la aerolínea.

—Claro que sí —respondió. Me dio un boleto que saldría en dos horas y llegaría a Toronto a las 12:30 am.

Esperé una hora hasta que decidí cancelar el boleto.

—Perdón, quiero un boleto para el próximo avión que salga a San Francisco —dije apresurada.

Este boleto saldría a las 4:00 am.

(...)

Al llegar a San Francisco, pedí un taxi hacia Baker Beach sin tener idea de lo que me esperaba. Eran aproximadamente las 5:30 am.

Cuando llegué a la playa, me quité los tacones para poder correr más rápido. Me detuve de golpe al ver a lo lejos a un chico sentado en la arena. Era castaño, vestía una camiseta negra y unos jeans algo rotos, con sus zapatos a un lado.

Evidentemente era Shawn, jugaba con desgana con la arena, pero luego se levantó y entró al agua, pateándola y haciendo que salpicara un poco. Parecía estar llorando. Regresó a la arena y se sentó, sin esconder sus sentimientos.

Corrí lo más rápido que pude, pero él no me notó hasta que me senté a su lado.

Sin voltear, dije:

desconocidos ~ Shawn mendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora