Capítulo 21

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Lauren POV

Durante los tres meses siguientes continuamos con mis ejercicios de rehabilitación avanzada. Camila, Dinah y yo nos esforzamos cada semana para que mis piernas ganaran fuerza a medida que avanzaban las sesiones, y lo habíamos conseguido. Notaba una ligera mejoría en las piernas; no era algo espectacular, pero era capaz de sentir, por ejemplo, el tacto del suelo bajo mis pies. Aún no me había puesto en pie, pero dentro de mí guardaba la esperanza de poder hacerlo pronto.

Aparte de eso, en esas doce semanas, mis padres conocieron a los padres de Camila, y qué decir de nuestras madres, se llevaron de maravilla desde el primer momento. Nuestros padres conectaron también, pero no de una forma tan espontánea como nuestras madres, que no dejaban de repetir lo alegres que estaban porque Camila y yo estábamos juntas. Ellas habían quedado más de una vez sin nuestros padres, pues se habían hecho grandes amigas, y a pesar de que a Camila y a mí nos parecía estupendo, también nos preocupaba. Temíamos lo que fuesen capaces de hacer si se ponían a tramar algo en nuestra contra.

Por otra parte, Shawn le había pedido matrimonio a Sara y, obviamente, ella le había dicho que sí. Ambos estaban de lo más emocionados con su reciente enlace, pero también lo estaba Camila, que iba a ser la dama de honor. Shawn me había pedido que fuese su madrina, y yo no había dudado en ningún momento en serlo. Por aquel motivo Camila estaba tan atareada, porque aparte de buscar su vestido, también estaba buscando lo que usaría yo. Quedaba un mes para la boda, y mi novia ya me había obligado a probarme cinco trajes diferentes, pero ninguno le había terminado de gustar. Yo, por mi parte, me lo tomaba con calma. Le brindaba ayuda si veía que en algún momento la necesitaba, pero también le daba su espacio y su tiempo para que buscara y rebuscara vestidos, trajes, y todo lo que le hiciera falta.

En una calurosa tarde de julio, Camila, Dinah y yo nos dirigimos de nuevo al hospital como hacíamos cada semana. Sabía que aquella sesión era especial, o que lo sería si conseguía mantenerme en pie (ayudada por Dinah, claro) durante unos segundos sin que sintiera dolor. Aquel era mi objetivo desde hacía varias semanas, después de haber hablado con mi doctor y también con Carl Collins, ambos me habían animado a intentarlo. Era cierto que ninguno de ellos me había asegurado conseguirlo a la primera, pero eran optimistas respecto a mi diagnóstico y estaban seguros de que con constancia, una buena base de ejercicios y esperanza, lo conseguiría.

Nada más llegar a nuestra sala, Camila y Dinah me ayudaron a calentar, y después de hacer unos cuantos ejercicios previos para señalarles a mis piernas que debían de fortalecerse, colocaron mi silla en el inicio de las barras horizontales. Camila se puso delante de mí para quitarme los apoyos para los pies y para colocar estos en el suelo. Más de una vez, en sesiones anteriores, Dinah me había sujetado por los brazos y me había ayudado a apoyar los pies en el suelo haciendo algo de fuerza, pero siempre me había hecho daño. Sin embargo, en aquel momento, estaba dispuesta a permanecer de pie aunque fuera durante cinco segundos. Cuando mis pies estuvieron apoyados en el suelo, Dinah comenzó a alzarme de la silla lentamente, dejando que mis músculos se adaptaran a la tensión. Camila se apresuró en apartar la silla para que no nos molestara, y después volvió a su lugar inicial, justo delante de mí. Mientras Dinah me sujetaba por detrás, ella se aseguró por delante de que mi cuerpo quedara recto y en una buena postura para no causarme ningún daño. Me colocó bien las piernas, y fue subiendo hasta que ambas estuvimos de pie, cara a cara. En un momento dado, alzó la cabeza y me miró fijamente con una leve sonrisa en los labios.

–Qué alta eres –comentó en voz baja y con los ojos brillantes, como si estuviera emocionada.

Aquella observación me hizo sonreír a mí también, pues tenía razón. No me había percatado debido a que siempre había estado sentada en presencia de Camila, pero en aquel momento que estaba de pie frente a ella, me di cuenta de que casi le sacaba una cabeza, pues su frente quedaba justo a la altura de mi barbilla.

So she dance (Adaptacion Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora