Érase una vez, hace miles de años, una reina del Tercer Gran Clan llamada Rosxyn, y ella era tan extraordinariamente hermosa, inteligente y amable que tenía pretendientes de toda la galaxia. Pero la Reina Rosxyn siguió rechazando a todos sus pretendientes, declarando que quería dedicar su vida a gobernar su clan.
No todos sus pretendientes aceptaron su rechazo fácilmente. Uno de ellos, Marvik del Clan Shieksu del Primer Gran Clan, era tan insensato con su enamoramiento y furia que secuestró a la Reina Rosxyn y la obligó a tener un vínculo arcaico, un tipo de matrimonio imposible de disolver.
Las consecuencias fueron inimaginables. A pesar de innumerables intentos de romper el vínculo, el atacante permaneció unido a la Reina. Al final, reacio a comprometer a su clan, la reina Rosxyn abdicó a favor de su hermano.
Pero la historia no terminó ahí. Cuando la Primera Casa Real se negó a ser considerada responsable de las acciones dañinas de Marvik contra la Tercera Casa Real, el escándalo político se convirtió en un conflicto militar que finalmente involucró a todos los clanes de la mayor guerra planetaria en la historia de Calluvia, una guerra que casi aniquiló a toda la población.
Tomó décadas recuperarse de esa guerra y sus consecuencias.
Para evitar que algo así volviera a suceder, el Consejo de los Grandes Clanes propuso una solución: unir los núcleos telepáticos de todos los niños desde temprana edad. Tal vínculo de la infancia funcionó de manera diferente a cualquier otro vínculo telepático, cavando profundamente en la psique del niño e imposibilitando que alguien forzara un vínculo matrimonial. En cualquier otro momento, tal propuesta indudablemente habría conducido a un debate sobre cuestiones de consentimiento, ya que los niños no podían dar su consentimiento, pero después de años de derramamiento de sangre y décadas de reconstrucción, nadie quería que algo así volviera a ocurrir y la mayoría se sintió aliviado con esa solución.
Pero de vez en cuando, había personas que se rebelaban contra el vínculo, todo lo que representaba y todo lo que les había robado.
***
Wonwoo caminó por el familiar pasillo que conducía a los aposentos de Jeorn, emocionado e impaciente por ver a su mejor amigo por primera vez en cinco meses. Había estado fuera del planeta cuando recibió la noticia sobre el regreso de Jeorn de Terra. Wonwoo no había podido regresar a Calluvia antes, sin importar cuánto se preocupara por su amigo. Y él estaba preocupado. Jeorn sonaba desanimado cuando Wonwoo lo llamó. Le había dicho que hablarían cuando Wonwoo regresara, como si Jeorn temiera que alguien escuchara lo que tenía que decir. Eso ciertamente había despertado la curiosidad de Wonwoo.
"Su Alteza le está esperando, Su Alteza", dijo la IA del palacio con su voz neutra.
"¿Está Mingyu en casa, Borg'gorn?", Dijo Wonwoo antes de poder contenerse. No había visto a Mingyu en veinticuatro días y estaba perfectamente feliz por eso. Él solo... solo necesitaba saber si Mingyu estaba en el pabellón. Se sentiría descentrado si no lo sabía con certeza.
"No, el Príncipe Heredero está en el Ministerio, Alteza."
Wonwoo frunció los labios, preguntándose si era verdad o si Mingyu le había dicho a Borg'gorn que se lo dijera. No es que importara. Tampoco era como si quisiera ver a ese imbécil.
La puerta de los aposentos de Jeorn se abrió y Wonwoo entró. La familiar habitación inmediatamente lo tranquilizó. Siempre le habían gustado las habitaciones de Jeorn por sus paredes transparentes desde el piso hasta el techo con vistas espectaculares de la Bahía de Pheriana. El Segundo Palacio Real se encontraba en uno de los lugares más bellos de Calluvia, rodeado por la Bahía Pheriana y el Parque Nacional Baldur. A veces, Wonwoo casi deseaba vivir allí, el palacio de sus padres estaba rodeado de pantanos brumosos y montañas grises, y no era para nada hermoso, pero entonces recordó lo que significaría vivir aquí. No hay vistas bonitas que compensen la presencia de Mingyu bajo el mismo techo.
