"Lo siento, ¿otra vez?"
El Príncipe Wonwoo del Tercer Gran Clan observó a su hermano mayor y se preguntó si esto solo era un vívido y elaborado sueño. Seguía teniendo problemas para procesar todo lo que había sucedido en los últimos días, todavía parecía increíble que su tan bien comportado hermano hubiera tenido una relación ilícita con un rebelde frente a sus narices durante meses, esto era demasiado ridículo.
Recibió una mirada aburrida de Jihoon. "Madre insiste en que necesito tener un acompañante cada vez que esté a solas con Seungcheol hasta que se finalice el divorcio."
Wonwoo se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza. "Ni siquiera voy a hablar sobre lo absurdo de ser un chaperón, pero eh, ¿no es demasiado tarde para esto?" Era una estupidez. ¿Por qué importaba, de todos modos? Todos sabían ahora que Jihoon y Mehmer se estaban divorciando, y Mehmer ya se había mudado del palacio y se había ido de viaje por lo menos hasta que el escándalo acabara. Wonwoo se había sentido un poco mal por él, excepto que Mehmer no parecía tan molesto. En todo caso, parecía tranquilo porque ya no estaba obligado a cumplir con las asfixiantes reglas que le habían impuesto desde antes de poder hablar como futuro rey-consorte del Tercer Gran Clan. No parecía haber mala sangre entre él y Jihoon, por lo que Wonwoo podía ver. Todavía parecían ser amigos, incluso si su relación era un poco tensa y torpe. En cualquier caso, era poco probable que a Mehmer le importara una mierda si Jihoon y su futuro esposo tuvieran chaperón mientras estaban solos.
"Es la condición de la reina," dijo el hombre que estaba sentado al lado de Jihoon, con los ojos puestos en Jihoon.
Wonwoo seguía intentando no mirarlo boquiabierto. Cuando Wonwoo lo vio hace unos meses en el palacio, Jihoon lo presentó como su sirviente. En ese momento, a Wonwoo le había parecido muy extraño: ese hombre no se parecía en nada a un sirviente real, con sus tatuajes, su aura agresiva y esos ojos negros que desconcertaban un poco a Wonwoo. A decir verdad, el atuendo de un aristócrata le quedaba mucho mejor que el de un sirviente, pero aún tenía ese... aura salvaje en él que parecía completamente indecente. Wonwoo se sonrojó un poco al darse cuenta de que este hombre exudaba un atractivo de animal bruto, que era lo que realmente lo había hecho sentir tan incómodo meses atrás. Todavía lo hacía. Wonwoo naturalmente se sentía atraído hacia hombres más refinados y altaneros, de acuerdo, hacia Mingyu, mientras que el atractivo masculino de Seungcheol solo lo hacía sentir incómodo. Todavía no podía creer que su muy recatado hermano tuviera una relación con un hombre así. ¿Se estaba acabando el mundo?
"Sabes cómo es ella," dijo Jihoon, moviéndose un poco para estar más cerca de Lord Tai'Lehr.
Wonwoo se preguntó si Jihoon pensaba que estaba siendo sutil. Era un poco divertido ver a Jihoon luchar para mantener su mirada fija en Wonwoo. Sus ojos seguían regresando a Lord Tai'Lehr, y había tanta necesidad entre ellos que hizo que Wonwoo se sintiera un poco incómodo, para ser honesto.
"No es la única razón por la que te queríamos aquí," dijo Jihoon, apartando la mirada de Lord Tai'Lehr con una dificultad evidente. Lord Tai'Lehr ni siquiera se molestó en apartar la vista de Jihoon. Wonwoo se sintió más incómodo por el momento.
"Queríamos..." Jihoon pareció perder el hilo de sus pensamientos, sus ojos se tornaron vidriosos, aparentemente sin ninguna razón.
Frunciendo el ceño, desconcertado, Wonwoo observó a los dos hombres y se concentró en sus sentidos. Todavía no era muy bueno en este aspecto de su telepatía, pero incluso él podía ver que la presencia telepática de Jihoon estaba... fusionada con la de Lord Tai'Lehr. Con toda la intención, parecían estar en dos cuerpos.
Wonwoo los miró fijamente, con la boca abierta. Santo- ¿Se habían fusionado justo frente a él? ¿Sin tocarse? No había pensado que fuera posible, pero aparentemente lo era. Jihoon miró hacia arriba, su mirada vacía, tenía un rubor en sus mejillas y el placer rodando dentro de su cuerpo en suaves olas. En cuanto a Lord Tai'Lehr, sus ojos negros y vidriosos seguían fijos en Jihoon, su cuerpo tenso por la excitación.
