Capítulo 10: El mapa del cielo y la guardiana estelar

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"Pudiste quedarte, crees que no los volverás a ver, pero te equivocas" "No son tontos, te cuidaron tanto tiempo, te dieron amor y tú los dejas como la estúpida que eres" "Por una vez en tu vida te dejaron ir al exterior, ahora la niña se escapó y extraña a sus padres, por favor".

Los regaños se hacían presentes a si misma cada noche desde que los dejo, aquellos seres que la cuidaron desde que era diminuta e inofensiva. Aquellos que la protegieron.

Aquellos que jamás la dejaron descubrir el mundo exterior, ni a las personas, siquiera la dejaban ir a la escuela, las clases en casa eran igual de interesantes con solo una alumna. Volver, eso necesitaba, pedir perdón de rodillas para que tal vez su furia no se descargara.

"Deberías estar más emocionada, no hay escuela por al menos una semana, la lluvia nos da un poco de libertad ¿no te parece?"

Y sus lágrimas brotaron, a mitad de esa fría noche, en una habitación dulcemente decorada, ella lloraba, por lo tonta que había sido, siempre quiso ayudarlos, evitar que salieran afectados por lo que hacía, gracias a ella su madre perdió su trabajo y su padre tenía que cambiar de lugar tan seguido. Su hermano pequeño, aunque no vivía con ellos, pronto sabría, por boca de otros, lo que su hermana era.

─ Si quieres irte, yo puedo llevarte ─ Lucius, de elegante traje negro la observaba en la puerta, sus ojos se veían sombríos y carentes de vida, pero sus palabras por otro lado...

─Si los extrañas ¿Por qué escapaste?

─No me habrían dicho la verdad, aunque se los hubiera suplicado.

─Eso no lo sabes.

Tenía razón, ella no sabría nunca si sus padres la dejarían, si le hablarían de cosas como sus habilidades y como llego ella a tenerlas, todo por nunca insistir de más, por tomar impulso con lo poco que podía llevarse, con lo poco que conocía.

─Los rumores de los "casos especiales" ya llegaron hasta acá, tus padres no deben tardar en llegar aquí.

─Eso usted no lo sabe ─ Ya sin lagrimas su ceño fruncido se hace presente.

─ Claro que lo sé, se sabe bien que en este hogar mora la hija de Aries, y ahora están las de Escorpio y Géminis como si yo fuera el elegido para protegerlas, pero veo que una de las estrellas esta inusualmente infeliz.

Y sí que lo estaba, infeliz, y arrepentida.

Pero no por mucho, puesta de pie, despeinada, con la cara enrojecida y los ojos hinchados se acercó al hombre, y mirándolo a los ojos le dijo:

─ Sé que está escondiendo algo, sé que mis padres están cerca y sé que los encontrare.

─ No puedes saber nada de eso- Su sonrisa segura la hacía dudar.

─ Claro que sí.

Y su sonrisa se transformó en una mueca. La mueca en un ceño fruncido, el ceño en un puño cerrado y el puño...

"En los pasillos de ese lugar una sombra veloz se mueve, en su espalda una funda, y en la punta de esta un cristal, gris como la bella luna"

***

Hamal despertó asustada, sosteniendo su pecho con fuerza, su respiración agitada la abrumaba, sentía unas inmensas ganas de llorar, su acelerado corazón la llevaba a observar la puerta de la habitación en la que se hallaba, y a escuchar en silencio, murmullos, pequeños y agudos. Sus ojos se abrieron al entender lo que eran, sollozos.

©STELLAR : La última constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora