Capítulo 15: Encuéntrame

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"Puedes ser dulce y letal, así como amarga y adictiva"

Y un estallido inminente sonó, el fuego de tonos rojos como la sangre misma irradiaba y se expandía, el precioso color del Cadillac que vio recorrer tantos caminos ardía lentamente mientras a paso acelerado se estrellaba y giraba sobre su eje, tres vueltas en total hasta que aquel bello vehículo quedara convertido en una lata. El llanto incomparable de Pólux se fundía en el espeso ambiente mientras Antares y Hamal observaban sangrantes la escena, el dolor se expandía en el aire, mientras dos siluetas misteriosas aparecían tras el humo a paso lento y amenazante como fieras a punto de atacar.

Antares se ponía de pie, con su vista nublada y las rodillas sangrantes, una mano herida y el rostro raspado, su fuerza se negaba a caer.

Un paso, se tambaleaba, su respiración intentaba recuperarse, el humo negro del Cadillac le llegaba al rostro, aunque no contuviera combustible, el fuego se lo devoraba, estaba vivo.

Dos pasos, y su cuerpo se estremeció, paralizada frente a la escena en la que esas siluetas se acercaban, sus ojos aterrados observaban como aquello que le dio un escape, una salida y una oportunidad ardía entre llamas rojas. Hasta que finalmente sus ojos se abrieron de manera precipitada, y estaba de nuevo ahí, en el asiento del piloto, en medio de un campo falso de margaritas y en su aún existente Cadillac.

─ No quiero que eso pase. ─ Susurraba cerrando los ojos y aferrando sus manos al frío volante.

─ No quiero morir. ─ Pólux miraba hacia el frente, perdida en sus pensamientos y divagando en voz alta. ─No quiero morir...Rosa.

Antares la observaba preocupada, solo Pólux conocía su segundo nombre... Rosa, como la flor extinta, la que simbolizaba amor y pasión, la flor bella que en su tallo creaba espinas para defenderse. Si, el nombre le quedaba fantástico.

─ Tampoco yo, no quiero morir aquí.

Sus ojos empezaban a humedecerse, y una lágrima silenciosa cayó proveniente de su ojo derecho, y más le siguieron hasta convertirse en un llanto intenso y silencioso. "La muerte nos sigue" pensaba mientras intentaba limpiar el rastro de sus lágrimas con sus manos, su mente se hallaba inundada de las escenas dolorosas que presenció desde la escena de Lucius sin vida y su hija gritando manchada en su sangre hasta el como su cuerpo atacaba al mapa del cielo. Si, era capaz de distinguir lo que ayudó a hacer, desde solo buscar personas hasta herirlas o matarlas.

Su cabello largo y negro caía a cada lado de su redondo y bello rostro, sus ojos oscuros se notaban enrojecidos por las lágrimas en el negro de la noche y tras ellas, en una grieta y bajo ella, Thaia y Angel observaban sin expresión alguna. Solo viendo la noche pasar y las lágrimas caer de las mejillas de sus captoras; sin saber exactamente que pensar de ellas o de sus acciones. "Tienen miedo como nosotras", era el único pensamiento que compartían.

Y con un pequeño asentimiento en la oscuridad Angel había tomado una decisión.

"Un mapa encuentra su utilidad en ayudar a los viajeros a encontrar su rumbo, y el mapa de nuestro cielo ha encontrado su motivo, su utilidad y a sus viajeros estelares"

Al amanecer los colores del cielo cambiaban, naranja, rojo, rosa. Hasta volverse el bello cielo azul que nunca había cambiado en su totalidad, el cielo azul era más que un simple espectáculo, era un recordatorio de esperanza. "Podemos mantenernos, hermosos como siempre a pesar de la adversidad". Eso jamás cambiaría, y observándolo Antares suspiraba ya fuera del auto, esperando el despertar de sus compañeras de viaje, había guiado su auto hacia un lado del árido camino, detrás de un viejo cartel metálico que promocionaba el reemplazo de partes humanas por sustitutos robóticos de gama media, cosa de todos los días en la ciudad a la que se dirigían.

©STELLAR : La última constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora