Capítulo 14: Mi inquietud y tu sufrimiento

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Angel:

En mi sueño esa mujer estaba frente a mí, su largo y rizado cabello blanco resaltaba en su tez perfecta y oscura, sus labios gruesos y sus finos ojos adornados con las pestañas más bellas de albino color adornaban unos ojos del azul más pálido que vi. Su largo vestido vaporoso como las nubes de un color blanco puro, en su clavícula una marca que no logro distinguir llama mi atención. Me observa amorosa, como una madre a su hijo... y me siento feliz en ese momento en el que sus ojos me enfocan de dulce manera y siento el pecho cálido, una sensación acogedora me envuelve y sonrío.

─ Despierta. ─ Una voz fuerte martillaba en mi cabeza.

Observo a la hermosa mujer bajar la mirada con tristeza, aún mantenía esa sonrisa, aunque ahora lucía melancólica y a paso lento avanzó delante de mí, dejando una estela de humo en la que aún se divisaba su silueta.

─ Despierta. ─ Mi cabeza es golpeada por aquella voz, más siento que solo yo puedo oírla, viene y vive en mi interior. Cierro los ojos frunciendo el ceño intentando quizá callar aquella voz, mi cabeza retumba. Y al abrir los ojos.

─ Despierta.

Mis ojos invadidos por una luz cegadora, apenas adaptándose divisan un rostro familiar con el cabello alborotado y los ojos llorosos, las mejillas de Thaia estaban manchadas de lágrimas y su ceño molesto acompañado de sacudidas incesantes a mi cuerpo. Aún con los parpados pesados y una inmensa luz en mis ojos notaba la desesperación en ella.

Thaia era la única verdadera familia que pude tener. La única verdadera amistad en la que he podido confiar durante toda mi vida.

"Se buena, dulce y paciente, y serás recompensada. Mantén silencio, se obediente y sumisa, y serás amada"

Las palabras vienen a mi mente en forma de recuerdos, recuerdos amargos y tristes, esa sensación de vacío en el pecho que yo ya conocía me invadió y sacudió como un sismo. Yo no deseaba ser callada y sumisa, no necesitaba ser amada o idolatrada, necesitaba amigos, necesitaba hablar de lo que me gustaba y lo que no, necesitaba ser escuchada y no era la única.

***

Y soñaba o quizá recordaba lo que era y lo que deseaba ser, en la segunda colonia más explotada Angel vivía sus primeros recuerdos, la base lunar de Grimaldi en el satélite natural de la colonia terrestre era el Edén más grande del sector central, con millones de visitantes por semana y aún más al año.

¿La razón? Las minas lunares, sus propiedades para prevenir el envejecimiento habían generado la fuente de la juventud más accesible de la historia, el mineral blanquecino extraído era suprimido y condensado en píldoras, distribuidas a cada sector de las colonias más remotas como suplemento para aquellos que podían pagarlas. La luna se estaba quedando hueca, como sus vacíos superficiales habitantes.

Una roca flotante que orbitaba sobre la colonia terrestre, un espectáculo digno de ver para aquellos que pueden presenciarlo, las colonias lunares se ubican en los antiguos puntos cardinales. Norte, sur, este y oeste respectivamente. Y Grimaldi, la capital, madre de las minas de juventud era la ciudad central al este de la cara lunar, aunque no poseía una belleza inigualable si que era muy ostentosa, las altas columnas de piedra luna traslucida que cambiaba de color según el ángulo adornaban la entrada a la muralla central que protegía la ciudad, los cristales de piedra luna de aproximadamente cinco metros de alto incrustados en las paredes de las murallas, con sus bordes irregulares y brillo singular simulaban ventanas psicodélicas que mostraban el exterior, hacia el árido y gris suelo lunar.

La cara iluminada de la luna se veía preciosa desde la colonia terrestre, más en sus calles abundaba la desesperación. Aunque era un satélite natural, la luna dejó de cumplir esa función hace más de ochenta años, cuando los mares se secaron y empezó la explotación mineral en su centro, las especies más refinadas llegaron a habitarla y reformarla, recibiendo el nombre de "Roca de ricos" un juego de palabras algo amargas cuando con caminar se denotaba la diferencia en las clases sociales.

En las calles de Grimaldi abundaba el comercio de piedras de segunda mano, desde Diamantes en corte pera hasta Cuarzos aún sin pulir, las calles plagadas de comerciantes, en su mayoría de la colonia terrestre, los humanos se encontraban cerca de su planeta originario. Más no eran la única especie, en la base lunar existían los Arian, seres muy similares a insectos, su anatomía consistía en un exoesqueleto fortificado y totalmente metálico que relucía en sus cuerpos, sus ojos generalmente carentes de color variaban desde el negro profundo hasta el azul claro, sus manos y piernas eran similares a las humanas, y su rostro afilado era imponente. Carecían de sentido metódico más eran cercanos a la poca naturaleza que existía.

Seres espirituales en lo que cabe, fieles creyentes al pleno solar y entregados en cuerpo y pensamiento a lo que el pleno solar dictaba. Arian era sinónimo de fuerza y respeto, una raza altamente venerada por su entrega al sol y a sus creencias. Angel, era un objeto del sol, una mensajera, una escogida, y como pertenecía al sol...debía servirlo, en su silencio y su devoción.

"Y la eterna luz vendrá a vosotros, y de vuestros rostros el llanto y la pena se irán, más de sus manos el sudor  y el amor de sus corazones pertenecerá a la luz y a nada más que la luz"

Thaia:

Cuando vimos la figura monstruosa saltar quedamos sin aliento, un golpe certero en mi nuca nubló mi vista más no me desplomé, mis piernas tambalearon y mi vista plantada en el cuerpo inerte de mi mejor amiga me mantuvieron en la tierra el tiempo necesario para gritar. Angel perteneció al pleno cuando la conocí hace ya muchos años. Los Arian más sabios la protegían de todo y todos, y eso era lo que ella no toleraba.

Angel siempre fue una guerrera en lo profundo de su ser, una hermana de armas que no podía luchar y al verla caer sentí en mí, el perder a mi familia, a una parte esencial de mi corazón. Antares, o la bestia que era en ese momento sacudían violentamente el cuerpo de mi compañera. Y la sangre brotaba de sus brazos en una escena desgarradora y cruda, el cuerpo de Angel se notaba rígido y paralizado mientras su posible verdugo ejercía la más animada y alegre acción.

Dejé de ver, dejé de sentir, dejé de ser yo.

Cuando desperté me hallaba en movimiento, los baches de un camino pedregoso se sentían en mi cuerpo.

─ Despertaste, tardaste mucho para ser una "experta en situaciones de alto riesgo". ─ Joe me observaba desde su encierro, barras de metal cubrían de arriba abajo su entorno, encarcelándolo como un animal.

─ Nos metieron aquí pero no sé a dónde vamos. ─ Se notaba en realidad bastante tranquilo.

─ Si nos tienen con vida es obvi-. ─Y ahí lo noté, observando el vagón con nerviosismo.

─ Si buscas a la pequeña, la tienen adelante con las locas.

El miedo me había invadido y a duras penas mis rosillas lograron levantarme, el camino me hacía tambalear y caer, hasta llegar a la parte delantera de aquel vagón.

─ ¡Despierta! ¡Despierta!

El silencio es inminente, a través de las grietas del retorcido vagón de oxidado metal mi rostro cabe en una abertura, y a la derecha de mi rostro la veo, dormida y recuperada, y veo a nuestras captoras, silenciosas y serias observando el camino. Antares cabizbaja y ahora en una imagen reconocible voltea levemente hasta hacer contacto visual conmigo, sus ojos hinchados y húmedos me muestran el lado más humano de la bestia que nos atacó, y me conmueve por un instante.

─ ¡Despierta!

Y su rostro se remueve.

─ ¡Despierta!

Y su cuerpo empieza a girar.

─ ¡DESPIERTA!

Y sus ojos se abren, perezosamente como un bebé adormilado, no he notado las lágrimas en mis mejillas y de seguro mis ojos alterados. Suspiro aliviada pero mi rostro solo refleja preocupación.

─Thaia. ─ Dice ella mirándome como siempre lo ha hecho, inexpresiva y a la vez llena de emociones. ─No he muerto.

─No he muerto aún.

Y mi esperanza se ilumina, Angel tiene motivos para vivir y ser ella, ambas tenemos la oportunidad de cambiar lo que desearon de nosotras.

Una asesina, y un objeto.

©STELLAR : La última constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora