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SeHun miró por millonésima vez la hora en su celular, estando a punto de perder la cabeza; los nervios no le dejaban estarse quieto, e inclusive su sobrino de ahora seis años estaba más tranquilo que él.

LuHan había entrado a la sala de operaciones desde hacía mucho tiempo, tal vez habiendo pasado una hora, o tan solo cinco minutos, no lo sabía, pero era una puta eternidad; los últimos tres meses fueron una locura, debido a que, tras la noticia que le dio Irene, él la buscó como si su vida dependiera de ello, pero la mujer era escurridiza, desapareciendo de la faz de la tierra, haciéndole técnicamente imposible encontrarla.

Hacía un mes, su supuesto hijo había nacido, pero él siguió sin saber nada hasta que recibió una nueva llamada días atrás, esta vez por BaekHyun, lo cual le fue sumamente extraño; en resumen, Irene había regresado a Corea, más específicamente a Seúl, usando a su cachorro como si fuese alguna especie de trofeo, debido al parecido físico que tenía con el padre, y si, tenía los rasgos similares a SeHun.

Era una lástima que él no fuera el padre, y fue una muy mala suerte el ser encontrada por el omega de la manada, quien no midió sus niveles de ira; cuando Irene apareció, imponiendo un derecho, que no le pertenecía, uno que incluía un emparejamiento con SeHun ya que era la madre de "su hijo", BaekHyun la encontró en territorio Exo, y tal como estuvo deseándolo durante meses, le hizo pagar por todo el daño que hizo.

SeHun llegó a la zona acordada con el omega, encontrándose con su cuñado, un cachorro parecido un poco a él, y a una muy herida Irene, y como él lo sospechaba, o más bien, como toda la familia sospechaba, el cachorro no era suyo, y se lamentaba el no haber podido encontrarla antes; él no haber podido hacer el examen de paternidad antes.

Era obvio que él no era el jodido padre de la criatura, no era posible que lo fuera, para serlo, primero tenía que haber terminado dentro de ella, algo que jamás hizo, y segundo, tenía que haberse anudado a ella, algo que obviamente no hizo, teniendo en cuenta el primer punto, pero, lamentablemente no tuvo el tiempo para decirle las buenas nuevas a LuHan; no le habían permitido el acceso a su habitación, puesto que el omega estaba por tener al bebé.

Hacía dos meses que KyungSoo había regresado a Corea, un mes desde que comenzó a practicar en el hospital, y quien sabe cuántos minutos dentro de la sala de operaciones, junto a Zico, ayudando a traer a su hijo al mundo.

—Vamos, vamos. –gruñó, y siguió caminando por el pasillo, y decir que tenía miedo era poco; estaba aterrado.

El estado de LuHan fue empeorando conforme pasaban los días, llegando a ser internado cuando cumplió su octavo mes; era necesario el estar bajo constante vigilancia, y a pesar de que aún no le agradaba la idea de estar a solas con él, fue aceptándolo de a poco, claro que no se dejaba tocar al principio, ni mucho menos besar, o que precisamente él le dijese palabras bonitas, porque no quería volver a sentirse engañado, y él lo entendía, a pesar de que intentaba con todas sus fuerzas aclararle que no estaba con Irene, ni lo estaría.

SeHun le dijo “Te amo.”, en más de una ocasión, y era quien pasaba más tiempo con él dentro de su habitación de hospital, donde los dolores llegaron a ser insoportables, dejándole llorando por lo que parecieron horas, teniendo únicamente a SeHun cuidándole; ahora, el mayor esperaba al otro lado de la sala, mirando la puta luz roja que le indicaba que estaban en operación, con el resto de la familia dándole su apoyo, esperando lo mejor.

Dentro de la sala, LuHan estaba completamente consciente, sedado, sí, pero consciente, donde KyungSoo estaba haciendo lo mejor, junto con Zico, ambos ayudándole a tener a su bebé, y no había sido fácil; había visto las estadísticas, varios doctores le habían revisado, algunos le dieron palabras alentadoras, otros simplemente prometieron hacer lo mejor, pero no podían asegurar nada.

Mi Omega III: Mi tierno omega «HunHan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora