"te ves lindo ahí sentado." susurré.
"callate, me pones rojo." bostezó, a la vez que arreglaba la clavija de la guitarra.
"te ves lindo rojo." insistí.
ladeó su cabeza y la dejó apoyada sobre el respaldo del sillón que habíamos comprado la semana pasada.
"vos te ves linda leyendo, ¿sabías eso?" ahora la sonrojada era yo. "¿viste que no es divertido que te pongan rojito?" arrugó la nariz.
tapé mi cara con el libro que leía, no me gustaba cuando me hacía sonrojar.
pero valentín era serenidad, valentín era paz.
me levanté lento, dirigiéndome hacia el nuevo sillón que se encontraba en el living. me senté a su lado y automáticamente dejó la guitarra para apoyar su cabeza en mi regazo.
"¿me haces mimitos?" pidió con dulzura.
mis dedos comenzaron a enredarse entre sus despeinados mechones, provocando que una tierna sonrisa se formara en su cara. con mi mano libre sostuve el libro, el cual muy enganchada me tenía.
"eu..." me llamó.
"¿qué pasa, corazón?" pregunté en un susurro.
"desde acá abajo también te ves linda leyendo..." sonrió.
"callate, me pones rojita." lo reté.
"eu..." insistió.
"¿qué?"
"sos re linda rojita." rió.
el momento cursi lo arruinó nuestro hermoso hijo: verde.
"verde tiene hambre." lo interrumpí.
"que lástima que no te pueda comer a vos..." suspiró, provocando que largara una carcajada.
valentín era así, simple. era ese humor raro, absurdo y hasta inentendible el que lo caracterizaba.
"te toca darle de comer a vos..." bostecé. "yo me voy a la cama."
"ahí voy." bostezó también. "me contagiaste el bostezo, me caes mal." me sacó la lengua.
"madura de una vez..." lo empujé entre risas.
"vení verde, vamos a comer." lo llamó en cuclillas.
el can marrón corrió con una gran velocidad, chocando fuertemente contra el pecho de valentín.
"no sé quién de los dos es más torpe." acoté.
"che verde, ¿soy yo o esta ortiva se iba a dormir?" buscó complicidad en el cachorro, el cual se limitó a ladrar. "tengo razón dice..." lo señaló a la vez que se acercaba a mí.
"no entienden nada." reí y me fui.
al cabo de unos minutos la cama dejó de estar vacía, siendo la misma ocupada por nuestros cuerpos.
"eu, antes de que te duermas..." me llamó.
"¿qué pasa?" volteé a verlo.
"sos muy linda acostada, no sé si lo sabías." sonrió provocativo, estaba buscando que me sonrojara, y claramente lo había conseguido.
"valentín, te voy a pegar." advertí.
un trueno fuertísimo nos interrumpió, el cual sonó acompañado del ladrido de temor de verde.
verde era un perro grande, pero solamente en tamaño, porque en realidad era un cachorrón de ocho meses.
"creo que quiere dormir acá..." susurró.
"subilo, dale."
lo llamó con golpecitos en la cama, a los cuales no se pudo resistir, por lo que de un salto la cama se ocupó por tres cuerpos, aunque el predominante era claramente el del callejero.
"eu, una más y me callo." insistió.
"a ver..."
"que linda que sos así toda madre de perros, ¿podemos adoptar otro?" preguntó con un puchero irresistible en su cara.
"mañana llamamos al refugio." sonreí levemente. "ahora tengo sueño, dejame dormir." pedí.
"buenas noches..." se despidió.
"buenas noches." apagué la luz.
"que linda que sos hasta cuando está todo oscuro."
🌙🌙🌙
no mi pana estoy re puto.
de quién el próximo aber.