Josefina.
Josefina, cortala.
Agh, ni siquiera me deja pensar, es increíble.
Sí, obviamente me gusta Josefina. ¿Qué digo? ¡Me encanta Josefina!
Esos rulos que se mueven con el viento y se quedan estáticos si este no aparece. Esa risa que calma a todos y que por momentos suena hasta extravagante. Dueña de todos mis anhelos y de los del mundo entero.
Josefina, cortala. Y por favor... deja de acercarte así.
"¿Valen, estás bien?" me sacudió Romina. "Levantate, ya llegamos."
Me desperté como pude y temblé un poco al verla. Josefina dormía con la cabeza en mi hombro, y se veía tan linda haciéndolo. Me pregunto muchas veces al día cómo es que alguien pueda verse bien durmiendo y hasta me da un poco de bronca no poder encontrar una respuesta.
"Despertate Jochu, ya llegamos." intenté moverla un poco, pero me daba un poco de lástima arruinar su plácido sueño. Capaz soñaba cosas horribles, pero su cara se veía muy serena como para pensar algo tan espantoso.
Josefina se removió con suavidad en mi hombro, provocando que me temblara hasta el último pelito de la nuca y que se revolvieran con gran velocidad y fuerza las quinientas mariposas que decidieron nacer en mi panza.
Josefina, cortala.
"Tengo mucho sueño, ¿no nos podemos quedar en el micro un rato más?" bostezó con ternura, provocándome ochocientas cosas nuevas por segundo.
Josefina, me vas a matar.
"Jochi, anda a hablar con el de la recepción que a mi me da vergüenza..." habló Joaquín llegando al camping.
"Sos un cara dura..." rodó los ojos riendo. "Valentín, acompañame." demandó, y por arte de magia, la seguí.
"Ja, pollera..." tosió falsamente Romina. Recé internamente para que Josefina no la escuchara, y creo que por el momento estoy a salvo.
Es que realmente no lo puedo creer. Tenemos diecisiete años y ella siempre va al frente de la situación, en cualquier momento y en cualquier condición. ¿Le va a hablar al recepcionista sabiendo lo vergonzoso que puede ser? Para mí, es una actitud digna de cualquier prócer de nuestra nación.
¿Sabes qué es lo peor de todo? ¡Que lo logra, Josefina no pasa vergüenza! Sarmiento estaría temblando en su lugar.
"Nos asignaron el lote siete, así que hay que ir todo derechito por allá." señaló con la mano. "Hay que apurarse porque sino vamos a tener que armar la carpa y buscar leña re de noche."
"Con Romi ya dijimos de armar las carpas, ni en pedo vamos a dar vueltas por el bosque de noche..." aclaró Joaquín. "Si alguien va a ser atacado por un oso, mejor que no sea yo."
"Bue, entonces con Valentín vamos a buscar la leña." bufó algo molesta.
¡¿Le molestaba buscar leña conmigo?! Ahora me quiero morir.
"Valen, es tu oportunidad..." murmuró Romina en mi oído. "A Jochi le gustas, es hora de que le digas que te gusta."
"Sí dale, para que me rechace en el primer día de vacaciones, buenísimo." respondí irónico. "Sos muy poco visionaria, Romina."
"Ah, pero vos sos un salame recibido." me golpeó un poco fuerte la nuca. "¿Cómo te pensas que lo sé? ¡Me lo dijo!"
"¿Entonces por qué está molesta?" intenté rebuscar el asunto.
"Porque le da miedo la oscuridad, no quiere ir sola y de noche a buscar cosas al medio del bosque." repuso obvia.
"Ustedes dos empiecen ahora, no quiero llegar y que no esté la carpa guardada." insistió.
La luz del sol recién caía a nuestras espaldas, el pasto era alto en nuestra zona pero aún así ella se hacía ver, tal como hacen las flores más lindas del monte.
"Agarra esas ramas, yo llevo estas." señaló como pudo. "Apurate que se hace de noche."
Me detuve y agarré una flor en su lugar. Comencé a observarla, era muy hermosa.
"Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere..." arranqué los pétalos. "¿Es verdad que ustedes de chicas jugaban a eso?"
"¿Al me quiere?" asentí. "Sí, pero re de chiquitas..." rió.
"¿Y te salió bien alguna vez?" insistí mientras terminaba de arrancar los pétalos blancos de la flor.
"No sé, nunca supe si me quería o no."
"¿Alguna vez se lo dijiste?"
"No me parecía importante decírselo." minimizó el asunto. "¿Al final te quiere o no te quiere?"
"No sé, no terminé de arrancar."
"Si te dice que te quiere, ¿se lo vas a decir?" inquirió algo tímida.
"Jochu, ¿me queres o no me queres?" pregunté con todo el valor del mundo sobre mis hombros. A estas alturas, creo que yo también entro en la categoría de prócer.
Josefina se quedó inmóvil ante mi pregunta, y durante varios segundos se cruzaron setecientas ideas por mi cabeza en la que no había lugar a dudas de que había quedado como un estúpido frente a la chica que me dejaba estúpido desde que tengo uso de la razón.
"Sí, te quiero." sonrió dulce y tierna, con lágrimas en sus ojos y con las manos algo temblorosas.
Mi cabeza dejó de dirigirse al piso para levantarse y cruzar mi mirada con la suya. En un lento, pero dulce movimiento, nos acercamos mutuamente y con un poco de miedo, pero con muchas ganas. El sabor dulce de sus labios era tal y como lo imaginaba, pero mucho más tierno de lo que había esperado, y aún más adictivo.
Josefina, por favor no la cortes.
bue re pete perdón pero no soy jane austen ahre.