05. La chimenea II

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ANGELA

Llevo más de media hora intentando encender la chimenea pero no sé cómo, jamás en mi vida había tratado de encender una y no pensaba decírselo al adonis junto a mi ya que conociéndolo lo más seguro es que se burlaría y lo pondría de pretexto para regresar a su habitación.

Seguí intentando pero es casi imposible, no es una chimenea normal, es más, ni siquiera estoy segura de si necesita los troncos que tiene adentro. Suspire cambiando de posición para mirar a Daniel el cual tenía una sonrisa burlona en su rostro, él sabe que estoy batallando para encender esto pero no se lo voy admitir.

—¿Sabes que la chimenea es eléctrica?— pregunto aguantando la risa.

Entre abrí mis labios sonrojada por mi ignorancia y hablé —Claro que lo sé, es solo que no encontraba el botón.

Mentí. No quiero que sepa que soy una tonta que no sabe como es una chimenea eléctrica, debí pensarlo antes. Comencé a buscar el botón para encenderla y cuando estaba a punto de meter la mano para ver si ahí se encontraba el botón, esta se encendió haciéndome soltar un pequeño chillido por el susto.

—Se prende con este control— mire a Daniel el cual tenía el control en la mano.

Ahora no tengo ni cómo defenderme.

—Bien, ¿estás cómodo ahí?— pregunté cambiando de tema.

—Si, me gusta sentarme en el suelo— se quitó sus lentes y de nuevo quede embobada con sus ojos.

Ni siquiera parece que no mira, estoy segura de que si él no dice nada sobre eso nadie se daría cuenta, me pregunto que sentirá después de qué pasó casi toda su vida observando colores, paisajes, a las personas y ahora no puede hacerlo, de un día para otro su vida cambio completamente, es sorpréndete como puede pasar eso.

Muchas veces he escuchado decir a mi madre que las personas no cambian de un día para otro, incluso que las cosas no suceden de un día para otro pero el chico frente a mi es él claro ejemplo de que si, solo bastó un accidente para que su vida diera un giro de trescientos sesenta grados de un día para otro, no me imagino lo que debe sentir en estos momentos.

—Eres la primera persona que no me pregunta nada sobre mi desgracia— soltó de repente haciendo que mis pensamientos se esfumaran.

¿Ha que se refiere con eso?

—No entiendo— acomide mis anteojos poniendo toda mi atención sobre el.

—Que eres la primera chica que me cuida y no me pregunta sobre esto— alzo su mano haciendo énfasis en sus ojos.

—Oh...— susurre sin saber qué decirle —Bueno, yo, no creo que sea bueno llamarlo desgracia, deberías tomarlo como un reto de vida— hablé no my segura de mis palabras.

—Un reto de vida que jamás acabará— dijo cabizbajo.

Se está abriendo conmigo, no sé cómo sentirme al respecto, tengo emociones encontradas, es como si me sintiera bien por que estoy logrando "agradarle", pero a la vez me siento mal ya que irradia tristeza al hablar de este tema aunque es entendible.

—¿Que hay de una operación?— pregunté tratando de animarlo pero no funcionó.

—En este año me han hecho cuatro operaciones y ninguna a funcionado— comenzó a jugar con sus manos —Estamos esperando la aprobación de los doctores para hacer una quinta, si esa no funciona me daré por vencido— tome su mano.

Cuando lo hice giro su cabeza a mi dirección como si pudiera verme, se sentía tan real que hasta me puse nerviosa pero aún así no quite mi mano de la suya, es como si me hubiera quedado congelada después de hacerlo, jamás me había pasado esto.

Más allá de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora