04. La chimenea

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ANGELA

—Entonces, ¿Es millonario y guapo?— pregunto maria mientras probaba la sopa.

Han pasado dos días desde que fue mi primer día de trabajo y la señora Jones no me ha llamado para decirme cuándo tengo que volver a ir, tal vez si hijo la convenció de que no necesita a una niñera y se arrepintió aunque no sé qué creer ya que ella dijo que me llamaría, esto es tan frustrante.

—Y grosero, que no se te olvide ese dato— me baje de la pequeña barra.

—Eso no importa si es millonario— la mire mal —Y guapo— comenzó a reír.

Salí de la cocina dejando a mi hermana cocinar, caminé hasta mi habitación y una vez que estuve dentro me aventé en la cama para dormir un rato, últimamente lo único que hago es dormir o estudiar para los últimos exámenes aunque me voy más por la primera opción ya que jamás he reprobado un examen, según varios profesores, soy la mejor de la clase.

Estaba a punto de caer en un sueño profundo cuando el timbre de llamada de mi celular hizo que abriera los ojos de golpe, comencé a buscarlo por todos lados y cuando lo encontré comencé a gritar como loca, era la señora Jones, hasta el sueño se me había espantado de la emoción. Respire profundo para calmarme y conteste.

—Hola, ¿Angela?— pregunto y asentí como si me mirara.

—Si, si soy yo señora Jones— soltó un gruñido —Lo siento, Amelie.

—Que buenos qué contestaste, te necesito urgente, tenemos una cena esta noche y necesito que te quedes con Daniel— sonreí triunfante.

No se va a deshacer de mi tan fácil.

—Si claro, en una hora estoy ahí— camine hasta mis cajones.

—Perfecto, nos vemos— colgó.

Avente el celular a la cama y comencé a buscar ropa decente, no pienso presentarme en pijama. Después de unos minutos saqué unos jeans negros, una blusa blanca y una chaqueta negra de cuero, me deshice de mi pijama y me puse todo lo que elegí, acomode mi cabello el cual lo planche en la mañana y listo, para terminar me puse unos botines negros, jamás me había visto mejor.

Salí de mi habitación con el celular en la mano haciendo que mi hermana me mirara con una sonrisa —¿vas a una cita?

—No tonta, voy a trabajar, la señora Jones me hablo que necesita que cuide a su hijo unas horas— ella asintió —¿puedes llevarme, papá?— me dio una mala cara.

Al final terminó cediendo a mi súplica ya que no quería irme en bus, llegaría después de la hora acordada. Subimos el auto y mi padre lo puso en marcha mientras me daba un pequeño regaño del por qué no le avise antes ya que es su día de descanso, que haría yo sin estos pequeños regalos de él, prefiero que me los dé cada cinco minutos a jamás volver a escucharlos.

.......

Me encontraba frente la gran puerta blanca de la casa Jones lista para tocar, aún me pone nerviosa estar entre estas personas, siento que dire algo malo y lo arruinare como siempre. Di un suspiro al aire y decidía toque la puerta tres veces, enseguida esta se abrió dejando ver a Ana con una gran sonrisa en su rostro, estoy empezando a pensar que la sonrisa es un requisito para trabajar aquí.

La salude cordialmente entrando a la casa, ella dijo que enseguida vendría Amelie y exactamente así fue, la señora bajo con un vestido dorado que hacía ver sus ojos aún más intensos, su cabello estaba bien recogido y su maquillaje intacto, parece una Barbie versión más adulta, se ve bellísima.

—Angela, que bueno que pudiste venir— hablo llegando al primer piso —No quería dejar a mi Daniel solo, es que Ana se enfoca más en los niños, ya sabes— sonrió tomando su abrigo.

Más allá de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora