Capítulo 4

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Belz Beckett

La fecha había llegado, ya casi me iría de esta cuidad. Sin duda extrañare todo de ella: a mis mejores amigos, la escuela, los chistes malo del director y demás.

Dejare una vez más una cuidad y amigos por el trabajo de mi padre. Esto paso hace mucho tiempo desde la última vez que nos tuvimos que mudar, por eso creí que al menos en esta cuidad viviría hasta terminar la escuela, pero ya veo que las cosas aunque se piense de una manera y todo parece que será así, al final terminan siendo todo lo contrario.

En este momento estoy recogiendo algunas cajas de mi antigua habitación para colocarlas en la entrada de la casa para cuando vengan el camión de la mudanza este todo en orden.

Mamá se asoma por la puerta y me hace una seña para que le preste atención. Me acerco hasta donde ella se encuentra para poder oír lo que me tiene que decir.

—Belz, mí niño. Necesito que vayas afuera y veas si en el buzón hay correspondencia o algo en él. Lo que sucede es que me pareció ver ayer a alguien por el buzón, así que necesito que vayas a revisa. —Me comenta, al instante asiento con mi cabeza y le digo a mi madre que ya voy a revisar el buzón.

Mamá se aleja dirigiéndose hacia el corredor y yo me dirijo hacia las escaleras para así llegar a la sala.

En el momento en el que llego a la sala me detengo por un momento, está permanece  llena de cajas.

La melancolía me invade de repente al recordar los mejores momentos que hemos pasado en ella: todas las navidades en familia que tuvimos en esta casa, son recuerdos recuerdos que nunca olvidare. Desde luego, la cuidad de Atlanta, Georgia la llevaré siempre en mi corazón y en mi mente.

Echando a un lado mis pensamientos, me encamino para llegar al fin hasta el buzón y me percató de que si hay correspondencia.

La tomo y veo que solo se trata de una carta de un color amarillo pastel. Decido observarla detenidamente y noto que en el respaldo tiene mi nombre.

Me interrogo a mi mismo sobre quién es el dueño de la carta y por qué la colocó en el buzón, en vez de entregármela personalmente. Así que reviso una vez más el respaldo que tiene la carta para poder saber quién me la ha envíado. 

Contemplo que se halla a un costado de la carta un nombre muy peculiar y me preguntó quién será la persona que lo escribió, ya que no recuerdo conocer a nadie con ese nombre.

Aun estando un poco sorprendido por lo sucedido he decidido volver a entrar a la casa para buscar a mi madre.

Subo las escaleras rápidamente y llego hasta donde mi madre se encuentra. Ahora no está sola, ella esta con mi padre y algunos amigos de ellos que nos están ayudando a empacar las cosas.

—Belz, ¿Había algo en el buzón? —me pregunta mi madre cuando se percata de mi presencia.

Le enseño la carta color amarillo pastel que se ubica en mi mano derecha.

—Es una carta —le respondo—, pero es para mi.

Al terminar de decirle para quien va dirigida la carta, mi madre se sorprende al igual que todos los presentes.

—Mi hijo, tiene loca a una chica. —asegura mi padre.

No creo que se trate de una carta de amor o... ¿si?
¿Pero, quién me la daría?

—Adrien. No le digas eso al niño, él aun esta muy chico para pensar en cosas como esas —mi madre le regaña a mi padre por lo dicho anteriormente.

—Mary, cariño. Si ya no es un niño, él ya es un adolescente. Más no un niño.

Creo que lo mejor será intervenir entre ellos, no quiero que tenga alguna discusión solo por eso.

Me dirás: ¿quién eres? [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora