Era una tarde de otoño, de esas en las que te da una reverenda flojera hasta respirar. Estaba lloviendo afuera, parecía que se fuera a inundar toda la calle. Desde afuera, se podía observar a duras penas a una delicada figura que se asomaba desde una ventana dentro de un departamento, para ser más exactos, era la figura de un muchacho menudo, de no más de 15 años, de piel lechosa, cabello dorado y ojos zafiro, obviamente, Kagamine Len.
― Ah~― Decimoquinto suspiro en la hora, estaba tan aburrido que en cualquier momento iría a la cocina, abriría la nevera, agarraría una hoja de lechuga y se cortaría las venas. Ok no, debería dejar de frecuentar a Gakupo y Luka, esos dos fumaban mucho cilantro.
― Creo que mejor leeré ―. Dicho esto, se levantó y empezó a rebuscar en el buró. Cuando encontró un libro de interés público, o sea, un manga y empezó a nutriese con la valiosa información de cómo matar a un titán.
― ¡Golpe exacto en la nuca! ¡Así se hace, Tukasa! ―. Gritó emocionado.
― ¡Lenny-kun! Ya llegué ―. En la puerta del departamento, se podía observar a un muchacho de alrededor de 18 años, alto, de ojos rubí, piel blanca y cabello ligeramente amarillo. Estaba empapado a pesar de cargar su sombrilla y traía varias bolsas en las manos.
― Hola, Yohio ― . Dijo Len sin despegar su vista del manga.
― Lenny, ¿me podrías ayudar? Por favor ―. Lloriqueó.
― No puedo, es que los titanes están atacando las muralla y Mikasa y y Eren y y...-
― Who? ―. Dijo confundido.
― Nada, vamos entra y cámbiate de ropa, que te puede dar un resfriado y no te quiero untar Vaporub [?] en tu pecho, no otra vez. No desde lo que pasó la otra vez...
― No niegues que te gustó, lindo.
― ¡No me gustó! B-bueno, tal vez sí... ¡Pero me pegaste el puto refriado! ―. Contestó histérico el menor.
― Ya, ya, te ves lindo cuando te enojas ―. Contestó Yohio con una sonrisa burlona en el rostro.
― ¡Arg! ¡No soy lindo! ―. Hizo un puchero.
― ¡Claro que sí! ¡Eres adorable! ¡Y más cuando haces esas expresiones! Jaja ―. Se inclinó y le dio un tierno beso en los labios.
Sí, señoras y señores, Yohio y Len tienen una relación desde hace años llena de amor y cariño. Y pensar que todo empezó con un "Hola", un engaño amoroso por parte de un puto helado con patas y la hipocresía de quien creía su amiga. Len estaba sólo y Yohio estuvo ahí para él. Pero de eso no hablaré ahora y tal vez nunca...
― Pues, querido Len, te traje algo está en esa bolsa roja ―. Apuntó a la llamativa bolsa que se encontraba en el piso.
Len se inclinó aún algo sonrojado y abrió la bolsa. Casi le da un infarto...
― ¿¡PERO QUÉ MIERDA ES ESTO!? ¡¡Yohio!! ―. Len estaba tan rojo que parecía estar sacando humo de las orejas ― ¡YOHIOloid! ¡Dime que es esto!
― Pues, un traje de maid, ¿qué no lo ves? ―. Contestó con sencillez mientras se quitaba la camisa empapada.
― ¡Sí sé qué es! Pero, ¿¡por qué carajos traes esto!? .― Gritó eufórico. Esto no le daba buena espina y menos teniendo al rubio enfrente de él, sin camisa. Cachetada mental.
― Es para que lo uses... ― Dijo pícaro mientras se le acercaba lentamente.
― ¿Eh? ¡NO! ― Movía la cabeza violentamente de lado a lado ― No lo usaré, prefiero estar desnudo.
Momento de silencio. Otra cachetada mental.
― Ok, tus deseos son órdenes, Lenny ―. Dicho esto se abalanzó contra Len y empezó a comerle la boca a besos ― Nee, Len, ¿hace cuánto no lo "hacemos"? ― Preguntó mientras le mordía el cuello.
― ¡Ah! Mm~ Hace cómo... No me acuerdo... ― Dijo a duras penas. Autocontrol, Len. Tú puedes.
― Entonces, fue hace tiempo, ― Levantó a Len estilo princesa. ¿Autocontrol? Un carajo ― ¡Vamos al cuarto! ― Posó estiló Superman besando a Len con mucho amor, mientras se encaminaba a su recámara.
Esas tardes son hermosas.