Mi nombre es Omar, me llamo igual que mi abuelo. Al cual extraño mucho, el siempre creía en todo lo que decía no importaba cuan absurdo o fantasioso sonaba.
Hoy como todos los días, mi piel se eriza cada que el ocaso se asoma en la montaña. No quiero que la noche llegue y no porque le tema a la obscuridad. En realidad le temo a lo que trae consigo.
Mi casa es muy grande, tiene muchas habitaciones y pasillos largos, con una sola bombilla para iluminar. Me aterra demasiado el pasillo que lleva a mi habitación. Una vez que entro a mi habitación procuro lo más que puedo no salir para nada.
Hoy la noche es densa, hay lluvia afuera. Los árboles mecen su follaje y el viento silba. Ésto solo puede significar una cosa... Ellos están por llegar.
Le dije a mi madre que viniera a dormir conmigo.
- Mamá, ¡Por favor!. Duerme conmigo o permite que esté en tu habitación - Supliqué con lagrimas en los ojos.
- ¡No!, ya te dije que no hay nada. Nadie viene. Ve y duerme ya. - Fue lo que como en otros días me respondía.
Sin ánimos y con los pies temblosos me dirigí a mi cuarto. Los ojos los tenía totalmente cristalizados. No estaba listo.
- Hoy no por favor - Decía entre sollozos
Llegué a mi cama, tome a mi peluche y me introduje en la cama. Le dí la espalda a la ventana.
Las noches siempre son frías, siempre son obscuras. El viento sopla en mi nuca, siempre logra entrar por las rendijas de mi ventana. Aún cuando estoy seguro que he cerrado bien. La lluvia afuera es feroz y entre cada trueno me parece escucharlos. Con cada relámpago logro ver su silueta en la pared y solo puedo meter la cabeza bajo las sabanas para aferrarme a mi conejito.
Ésto pasa desde que tengo uso de razón. Nunca me han dejado en paz. Nunca avanzan, solo me perturban y me quitan el privilegio de soñar.
Nunca se en que momento me quedo dormido. Pero, sí se a que hora me despiertan. Siempre a las 3:00 de la madrugada. Siempre esta sentado frente a mi. Al pie de mi cama, me observa y cuando abro los ojos es lo mismo.
- ¡JAJAJA! - Su fuerte risa me hace despertar totalmente.
No puedo moverme, mis manos y piernas están sujetos. Puedo sentir unas enormes manos apretarlos al tiempo en que en mi oído susurran...
- Despierta pequeño Omar - para terminar gritando - ¡Despierta maldito hijo de puta! - Es justo en ese momento en que no puedo evitar llorar tan fuerte como puedo y la sensación que recorre mi cuerpo es inexplicable y la peor que alguien pudiera sentir.
Cuando de pronto siento que mi cuerpo es liberado y no veo ni escucho nada. Es justo cuando todo se torna aún peor. Cuando me incorporo sucede: Un relámpago estruendoso ilumina mi habitación al tiempo que ésta se llena de ellos quienes se carcajean.
- ¡JAJAJA! ¡JAJAJA! - Escucho una y otra vez por todos lados. Porque están frente a mi, a mis costados, bajo la cama, en el techo. No hay rincón en que no estén.
Enviados del diablo. Seres que yo pensaba no existían. Tenían torso de humano, largos brazos llenos de runas. Dedos largos que terminaban en garras. Con cabeza de carnero y patas dispares. Una era de cabra y la otra de cerdo.
Mientras no paro de llorar, sin hablar. Se que nadie irá para ayudar. Así pasan las horas y nunca se cuando se van o en que momento me quedo dormido. Todos los días es igual pero, hoy algo es diferente. Hay más y ahora escucho risas femeninas. De pronto escucho pasos acercándose. Es mi madre, estoy seguro, ella arrastra los pies al caminar. Abre la puerta y sus ojos se abren, casi saliendo de sus orbes. Se lleva las manos a la boca y grita:
-¡ Ahora te creo! ¡Ora mi amor, ora y no te detengas!- Fue lo último que le pude oír decir, pues todos se lanzaron sobre ella. Con el siguiente relámpago se unieron en una sombra y desaparecieron con el estruendo del trueno.
Uno de ellos intentó tomarme, pero comencé a orar - Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación líbranos y guardanos de todo mal. Amén - No iba ni por la mitad cuando desapareció.
Desde aquel día pude dormir tranquilo, jamás volvieron. Al igual que mi madre.
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Sustos de Muerte
ParanormalSe narran breves relatos sobre hechos paranormales que, quienes los vivieron hasta la fecha están en duda. No saben si fue real, fue mentira o si simplemente su imaginación les jugó una mala pasada. Estará en ti decidir qué es real y que no.