Muerte En Pecera

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Era un día cotidiano en el que mi esposo Gio llegaba del trabajo. Había ido a la ciudad para hacer una entrega y aprovechando el viaje había traído víveres para el hogar.
- El sol está muy fuerte, me duele mucho mi cabeza - me dijo sentándose frente a mí, ya que yo me encontraba cocinando. Estábamos en casa de mis padres.
- Seguramente fue por la insolación, bebé agua y ponte fresco - le contesté mientras meneaba la barbacoa de pollo que tenia en la cacerola.
- Sí, a ver si se me pasa - Me dijo y sirvinciendose un vaso grande de agua.
La tarde transcurrió y se le veía irritable, no platicaba.
- ¿Te sigue doliendo? - Pregunté preocupada
- Sí, me duele muchísimo - y me enseñó con su palma la zona que más le dolía qué era la cien.
- Vámonos a la casa y allá descansas - le dije acariciando su mejilla
- Si mi amor necesito recostarme - Me dijo con los ojos enrrogecidos
- Ya nos vamos ma - le dije a mi mamá
- Esperame, los llevo, voy de salida - Contestó mi papá
Gio de despidió de mamá y bajó abrir el portón, yo en el carro le comenté a mi papá
- Parece que le calentaron la sangre a Gio, no le deja de doler la cabeza y la tiene muy caliente - dije mirando por la ventana al perrito de mi mamá.
- Jaja, está muy tiernito, qué se tome una pastilla y ya queda - Me dijo sin darle mucha importancia
- Sí, mi hermana me dio algunas - Se subió Gio al carro y no tardamos en llegar al hogar.
Se recostó, previamente ingerido el paracetamol.
Yo por mi parte me puse a lavar la ropa, ya teníamos mucha.
- ¿Me puedo quedar acompañándote? No quiero estar acostado y tu aquí trabajando - Me dijo mientras se sentaba junto a mi lavadero
- Amor, deberías descansar, podría ser inicios de dengue - le dije, pero fue inútil, permaneció a mi lado hasta que terminé de lavar.
- Vamos ya terminé voy a cambiarme la ropa mojada - le dije mientras nos dirijamos a la habitación, él entro después de mi porque bebió agua antes.
- ¡Gio, Gio ven rápido! - le grité horrorizada
- Mira lo que pasó...
Entra Gio y frente a nosotros la más cruel escena, alrededor de 50 peces estaban muertos en nuestra pecera más grande. Solo quedaban 6 nadando y 2 qué parecían estar agonizando, no nadaban solo boqueaban.
- ¡No mames! ¿Qué pasó? - me dijo con los ojos muy abiertos
- No sé - le dije y una lagrima rodó en mi mejilla - nosotros amamos los peces, verlos ahí, sin vida fue devastador.
- Voy a sacar a los que están vivos y cambiarlos de pecera, revisa si ves algún animal y desconecta el filtro - Me dijo procediendo a traer un recipiente para aclimatarlos antes de meterlos en la nueva pecera
Revisé el agua tal como me dijo y no había nada raro, todo estaba como siempre.
Esa noche nos dispusimos a orar y pedirle a Dios que sobrevivieran los demás.
- ¿Te sientes bien? - le pregunté antes de cerrar los ojos.
Con un tono muy triste me respondió - Sí, no siento absolutamente nada, todo mi dolor lo llevaron ellos.

En nuestras creencias cuando de la nada nos duele el cuerpo o la cabeza sin previa razón y tenemos animalitos muy vulnerables, se cree que ellos te quitan todo el mal que tienes pero como son tan pequeños y sensibles les cuesta la vida. Hoy nuestros peces salvaron a mi esposo, estamos agradecidos pero fue devastador.
Nos consuela saber que dios nos escuchó, al otro día los 2 peces qué parecían agonizantes estaban como si nada hubiere pasado, como si su agonía fuere un mal sueño

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2023 ⏰

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