El hombre sin sombra

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Era sábado por la noche, como siempre mi familia y yo íbamos a casa de la abuela para cenar con ella y con mi tío.

- ¡Rebeca, ya apúrate! Vamos a llegar tarde con Coco y va a decir que ya cenó. - Le dijo enojada mi madre a mi hermana.

- Ya deja de gritar. ¿Qué vana a decir los vecinos? - Le respondió en un susurro mi padre.

- Me vale lo que digan - Respondió aún más enojada.

- ¡Ya voy! Me estaba terminando de cambiar - Respondió Rebe.

- Tu no vas gordito, ya sabes que los perros de mi tío se alocan y el Firos no te quiere - Le dije a mi pitbull pequeñito, que me miraba muy entusiasmado y moviendo su cuerpo y mostrando su collar pues sabe que cada que nos acercamos a la puerta salimos y le ponemos la cadena.

- Vamos adelantarnos y la esperamos afuera, ¿Qué necesidad hay de estar aquí todos hechos bola? - dijo mi padre, ya que todos nos encontrábamos en el umbral. 

Salimos todos a la calle y nos alineamos en la banqueta esperando a mi hermana. La noche era muy fría pues ya era Diciembre y en la Ciudad de México todo se enfría muchísimo.

- Hay un hombre por allá y no me da buena espina - Dijo mi madre mientras dirigía su mirada hacía un parque en el que efectivamente había un hombre. Quien vestía de negro, parecía llevar una especie de gabardina y un gorro, posiblemente guantes. Estaba entre las sombras y no se le apreciaba bien.

- Y tu hija que no se apura - Respondió mi padre.

- Ya viene, acabo de escuchar que la puerta se cerró - Les dije a los dos.

- Apúrate y no te despegues de tu papá. Ahorita que pasemos por donde está el hombre - Le dijo mi madre con voz muy tenue a mi hermana.

Tomé la mano de mi madre y avanzamos pero nos sorprendimos bastante al ver que el hombre ya no se encontraba bajo la sombra del árbol. Sin embargo, eso no nos detuvo y continuamos nuestro camino. 

Mi madre me dijo al oído - La piel se me acaba de erizar, voltee a ver y el mono ese, ahora está en el carro. Voltea discretamente -  En ese momento voltee a ver y no estaba en el carro sino que en la puerta principal de mi casa. 

- ¡Vámonos, esto no es cosa buena! - le dije muy agitada a mi madre.

- Adrián, apuren el paso y no volteen atrás - Le dijo mi madre a mi papá.

Pero mi padre hizo totalmente lo opuesto, Giró de golpe su cabeza para ver hacia mi casa.

- No hay nadie - Dijo de pronto.

Nadie respondió nada así que , continuamos nuestro camino para ir a comprar pan. Llegamos a la casa de la abuela y ya estaba caliente el agua para beber café.

- Pensé que ya no iban a venir y ya me iba a ir a acostar - Dijo apresuradamente mi abuelita.

- No, es que Rebe ya ve como es, que no se apura - Dijo mi mamá mientras miraba a mi hermana.

- Bueno ya siéntense a cenar porque el agua se va a terminar de enfriar - 

Todos tomamos un lugar en la mesa y tomamos una pieza de pan cada uno. Pero, algo no estaba bien, el silencio era absoluto y a mi me temblaban las manos.

- ¿Qué te pasa Lilian? - Me preguntó mi mamá.

- Es que, vi algo que no me deja de dar vueltas en la cabeza - Le dije susurrando porque no quería que los demás supieran.

- Dime, ¿Es respecto al hombre ese? - Me dijo mientras sus ojos se abrían de más .

- Sí, ¿También viste algo extraño? - Le pregunté sorprendida.

- Dime tu primero lo que viste y ahorita te digo lo que yo - Me dijo muy seria.

- Bueno es que lo vi como muy andrajoso, parecía que no llevaba zapatos y encima llevaba una especie de sarape. De esas cobijas que por si solas lucen viejas como roja con negro. Pero - Hice una pausa y vi al infinito por un momento.

- ¿Pero qué? - Me dijo 

- Es que no le vi nunca la cara por más que el foco de la calle le daba de frente - Le dije con apenas un hilo de voz.

- Sí, entonces no estoy loca. Yo también lo vi así. Parecía que tenía esa cobija pero, ahora que lo pienso. No recuerdo tampoco su cara - Me respondió pensativa como si tratara de evocar el momento en que lo vio.

- ¿Qué están cuchicheando, eh? - Preguntó Rebe quien se había percatado de nuestra conversación.

- Del mono que les dijimos que vimos - Le respondí

- Ah... si, bueno yo no vi nada. - Respondió mi hermana 

- Sí, y hay algo más - Les dije muy seria, ahora todas las miradas estaban sobre mí.

- No tenía sombra, no recuerdo haberla visto y estoy segura de que no tenía. - Les dije muy nerviosa.

- Entonces era cosa mala - respondió mi abue, quien había estado escuchando en silencio.

- Puede que sí, porque solo ustedes lo vieron - respondió mi padre.

- Por si o por no cuando se vayan lleven consigo mostaza, por aquí tenía poquita- Dijo mi abuelita.

Después de eso mi tensión bajó un poco, pero hasta el día de hoy, Ni mi madre ni yo tenemos una idea de quien o que era lo que vimos. 

Al regresar a casa ya no había nada pero, ahora tomamos como hábito el buscarle la sombra a las personas. 

Sustos de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora