Frank Ocean - Pink + white
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El canto verde de los mirlos, el velo de brisa fresca del mediodía que hacia danzar a los árboles y a la rosaleda, aromatizando al éter de su fragancia floral y mermando lo tórrido del sol veraniego, era la única mezcolanza que paralizaba de manera intermitente el silencio que se esparramaba por el jardín, fragilizando el cuerpo de los jóvenes y delatando al mundo el sonido suave de sus besos.
A Cloe le gustaba el tacto húmedo de sus labios, la delicadeza de su vaivén asemejado al choque tímido de las hojas de los abedules en el jardín, le enardecía el roce glacial de sus rizos recién duchados, la sedosidad con que sus manos frescas le acariciaban su cintura semidesnuda, como si su piel encarnase una neblina a la que había que resguardar de la evanescencia. Para Cloe, la punta de su nariz acoplándose a la suya y el vaho de su respirar vacilante eran su único motivo de respiro... y la única causa del oxígeno desplegado bajo el sol.
—Olvidé la toalla, iré por ella. —Se separó de él sin despegar las manos de su cuello. A esa distancia, ella podía percibir el roce de su estómago en el torso descubierto de él, y a causa de eso, el pulso frenético de su corazón. Estaba agitado.
Le vio morderse la boca al tiempo que dejaba escapar un suspiro suave, y en ello, como impulsado por el movimiento que generó el deslice de aquel soplo, una diminuta gota de agua cayó de uno de sus rizos y se posó en la piel que abrigaba al cartílago de su cuello, ese sector de su cuerpo que se removía con furia a causa del latido rápido de su corazón.
La imagen de una gota de agua en su piel era la ensoñación misma para Cloe, que desde que le había visto bañado de mar, albergaba la sensación de que su piel se deshacía con el rocío, que la esencia de su cuerpo se condensaba en ellas, que las gotitas se llevaban una parte de él, evaporándolo en el aire estival e inmortalizándolo en sus partículas, o bien impregnándolo en la tierra y haciéndolo germinar en su vegetación bravía. Así que sumida en su ensueño, Cloe aferró instintiva una mano en el cuello de Timothée, a fin de sostenerlo y llevar su boca hasta allí, absorbiendo con su lengua y sus labios esa gota carnal que concentraba su esencia, que condensaba toda su piel, sus poros, su olor, su voz, sus ojos, su garra, su pasión, a todo él.
Mierda.
Lo deseaba.
Sintió cómo las manos de Timothée se aferraban con más fuerza a su cintura, arrastrándola más cerca de él, como queriendo mostrarle de forma empírica lo que había ocasionado allí abajo en su entrepierna, porque en efecto, Cloe podía sentir con toda soltura su erección, solo resguardada por el algodón fino de su bañador; la tela en suma delgada de aquel ropaje daba la sensación de una distancia inexistente entre el miembro erecto del castaño y su pelvis.
Aquella certeza hizo emerger en Cloe la sensación de que el latido de su corazón se desparramaba hasta poco más debajo de su estómago, coagulando allí su sangre en forma de una bola ardiente que le impidió detenerse con su boca, como si todo su deseo se hubiese ido a cuajar en el carmesí de sus labios que se movían con una intensidad desbordada sobre los músculos del cuello del chico. El hecho provocó que él deslizara una de sus manos hasta la parte trasera de la cabeza de Cloe, enredando sus dedos en la frondosidad de su pelo al tiempo que acercaba su boca agitada al oído sensible de la fémina. Allí, aspiró el aire con fuerza por entre sus dientes, embriagándola del murmullo de su respiración entrecortada, quejosa.
—No hagas eso...—advirtió apenas en un sigilo—. No lo hagas porque nuestros padres están allá adentro y te juro que no me costaría nada proponerte una locura aquí en medio de la hierba. —El aliento sofocado de Timothée en su tímpano le sacudió hasta las venas, le ahogó en su sangre latente de deseo—. Lo único que nos separa es tu bikini y mi bañador, Cloe. Es demasiado.
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Extraños en el océano - Timothée Chalamet ✔️
أدب المراهقينEs curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que algunas veces me traerán la melancolía y la nostalgia...El mar está ahí, permanente y rabioso. Mi llan...