Mi primera sospecha de la noche había sido confirmada. Engel era el nombre de mi bailarín favorito. La segunda, era la identidad de "C", la persona que me quería lejos de él, y no tenía ni idea de cómo descubrirlo ya que preguntarle directamente a Engel era impensado considerando que cada vez que nos veíamos terminábamos de esa forma.
Sin poder despegar nuestras bocas, el uno del otro.
No es que me quejara, puesto que Engel era mi propio ángel personal, y besarlo en ese lugar bajo leves efectos del alcohol, se sentía como la primera vez; como si la tierra bajo mis pies se destruyera y solo quedásemos nosotros dos como únicos habitantes.
Sus dedos se clavaban en mi cintura al mismo tiempo que su boca se movía desesperada contra la mía. Al apretarme más contra él, pude sentir la dureza de su erección punzar contra mi vientre, y de inmediato, toda idea racional se disipó con fuerza de mi mente. Me sentía como una inexperta adolescente en brazos de un hombre que sabía perfectamente todo lo que hacía y no dudaba un momento en usarme a su antojo a costa de su placer.
Sus músculos se sentían duros y tensos bajo su camisa, a la vez que respiraba con dificultad. Mi cuerpo se amoldaba perfectamente al suyo y de pronto supe que quería más. Quería mucho más del cuerpo de aquel ángel.
Pero de repente, mi cuerpo se congeló. Al abrir los ojos, vi a Engel alejarse rápidamente y camuflarse entre las personas. Me había dejado sola en medio de la multitud.
Me había dejado jodidamente caliente para luego irse sin más, y eso realmente me enfureció.
Los rayos del sol se colaban por la ventana de mi habitación y me deba de lleno en los ojos, impidiéndome seguir conciliando el sueño perdido. Desganada, no tuve más opción que levantarme para empezar el día. Sin embargo, el gusto amargo que tenía desde la noche del sábado en la que había sido, básicamente usada por un adonis, como lo diría Anna.
Luego de quedarme sola en el medio de la pista, había buscado a mi amiga y nos fuimos rápidamente del lugar bajo su confundida mirada. Aún no le había contado nada de lo sucedido así que para evitar su cuestionario, le pedí que me acercara a mi departamento, para luego, pasar todo el domingo ignorando sus llamadas.
Pero ya era hora de dar explicaciones, sin embargo, ni yo misma supe el porqué de mi comportamiento; era como si me avergonzara admitir en voz alta el bochornoso momento en el que me había dejado plantada allí sola en el medio de miles de personas. Tan sólo recordarlo hacia que se me hirviese la sangre.
Sin darle más vueltas al asunto, terminé de prepararme, y sin desayunar, salí rumbo al trabajo. Al abordar un taxi, por fin encendí mi celular, y al ver los cientos de mensajes de mi amiga no pude evitar poner los ojos en blanco. Sin duda, a esas alturas se estaría imaginando lo peor, a veces logra ser un grano en el culo con su exagerado dramatismo.
Hice una nota mental para llamarla ni bien salía del trabajo, así que por el momento guardé el celular nuevamente en el bolsillo trasero de mis vaqueros.
—Buenos días —saludé entrando en la cocina. Allí recibí un saludo similar a coro.
—Buenos días, chef. ¿Le gustaría revisar el menú de hoy? —me detuvo Rodrick, uno de los cocineros del lugar. Un joven de cabello castaño con destellos rubios y ojos verdes. Toda una belleza, una belleza homosexual para desgracia de muchas de nuestras compañeras de trabajo que se morían por él.
—Claro, ¿Ya recibimos todos los suministros? —pregunté echando una ojeada rápida al menú al tiempo que me vestía con el delantal y amarraba mi cabello en un moño alto.
—Sí, chef.
—Perfecto, a trabajar entonces —ordené devolviéndole la carta.
De inmediato, nos pusimos a ordenar la cocina para cuando comenzaran a llegar los clientes. El bar/restaurante "Ensueño", era un lugar donde se comía de todo, desde desayunos hasta cenas de gala. Desde chica he visto este lugar como mi segundo hogar, por esa razón he pasado aquí mucho tiempo y he aprendido más que en un salón de clases.
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Detrás de la máscara ©
Romance«Al final del día, es inútil esconderte tras la máscara cuando tú mismo logras delatarte» Annabelle Carter creía tener la vida perfecta. Creía ser la protagonista de su propio cuento de hadas al lado de su amado príncipe azul. Sin embargo, una serie...