Miedos y Remordimientos

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técnicamente es viernes
Menuda caca de título jaja saludos preciosos.

Wellack iba sobre su caballo árabe blanco con una lámpara de aceite en la mano. Miró al suelo y vio los cuerpos inertes de algunos de sus hombres, todos irreconocibles.

–¡Mierda!–exclamó.

Pudo ver varios rastros de sangre que se dirigían al sureste.
Debo ir–pensó–con suerte alguno ha sobrevivido.

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Cada vez se acercaban más las penanggalans. Era demasiada suerte que no hubieran muerto aún. Swency buscaba desesperadamente una brecha para el espejo real, el resto trataba de mantener a raya las extrañas criaturas.

–¡Swency rápido!¡Joder!¡Hostias!–exclamó sobra decir quién.

–¡Creo que estoy cerca!–gritó Swency.
》¡Allí!–gritó señalando justo al otro extremo del pasillo.

–¡Puto demonaen de mierda!–gritó Samuel.

–Haré un buen escudo, tranquilos–dijo más calmada Swency.

Swency se acercó al grupo y logró crear una barrera mágica que los protegiera y la vez hiciese daño a los monstruos.

–Seguramente quiera entrar dentro de vosotros(UwU)–dijo la hechicera.
》Si mágicamente os encontráis en otro lugar, buscad una brecha en algún lugar, con vuestras espadas debería ser fácil destrozarla.

Las criaturas trataban de destrozar la barrera pero a duras penas podían hacer algo, llegaron a la brecha, Enrique clavó su espada con fuerza. El pasillo se convirtió en una gran sala, pero los penanggalan seguían allí.

–Rápido subid las escaleras de la derecha–gritó Esniel.

–Evitad la oscuridad, es difícil saber que hay en ella–gritó Swency.

Enrique de repente empezó a tambalearse y cayó al suelo, empezó a retorcerse. De repente hubo un destello cegador y Enrique ya no estaba, pero las penanggalans seguían allí así que tuvieron que subir.

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De repente Enrique se encontraba en un sitio completamente oscuro. Estaba sin su armadura, temblaba...tenía frío. No podía ver nada. Escuchó varias voces susurraban su nombre. Dio un paso, la madera hizo un chirrido que fue respondido con varios gritos que eran cada vez más altos.
Enrique se acostó en el suelo, no podía soportar aquello...no podía encontrar la brecha así, estaba lleno de miedo. En el suelo, cerró sus ojos, tapó sus oídos y empezó a llorar mientras los gritos se hacían cada vez más fuertes.

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Unas penanggalans mordieron a Daniel, cayó al suelo, los monstruos quisieron devorarlo, sin embargo, Swency los golpeó con un placaje mágico y se alejaron de Daniel, Esniel fue y logró acabar con ellas. Se dispuso a volver con el grupo pero unas tablas cayeron en el medio y mágicamente se incendiaron. Swency quiso sacar las llamas de las tablas pero fueron golpeados por una pared (literalmente) y se perdieron de la vista de Esniel.
Vaya hostia–pensó.

Esniel sintió que susurraban su nombre, se volteó y había solo oscuridad. Se volteó de nuevo pero también había oscuridad. Caminó con la espada en mano, temblando...tenía miedo. Escuchó a Swency gritar a lo lejos, corrió hacia ella. Se tropezó con algo, se levantó, sacudió el polvo y miró al suelo, era el cadáver de Enrique. No tenía brazos y su cara tenía la expresión de una persona que había sufrido mucho antes de morir. Esniel siguió hacia Swency, estaba tambaleándose. Cayó en sus brazos.

–¿Swency?¿¡Swency!?–gritó.

Se fijó en que una parte de su vestido se movía de forma extraña.

–A-ayuda...me–suplicó.

Esniel empezó a escuchar susurros que cada vez eran más ruidosos y se convertían en gritos. Miró a lo que parecía ser Swency moribunda. Los gritos eran cada vez más fuertes, dudo unos instantes, miró hacia atrás y vio el cuerpo inerte de Enrique. Tras ver aquello miró a Swency de nuevo, levantó la espada para clavarla en su pecho.

Esniel a la IntemperieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora