Epílogo- "Ámbar"

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El barbudo hizo un nudo difícil de zafar para atar al caballo a una valla. Sus acompañantes hicieron un nudo simple para atar a los suyos.
El grupo entró en la taberna de Vante. Los hombres con armaduras con el estandarte de la antigua Invergandia, llamada Erivean tras la guerra, se sentaron en una mesa a la derecha de la puerta. El barbudo portaba una armadura de cuero tachonado. Se acercó al cantinero.

—¿Cuánto por llenarlas? —preguntó enseñándole unas cantimploras.

—Cuatro luxes —. le respondió observando el equipamento del grupo.

—Vaya, que buen pre...

—Por cantimplora —. interrumpió.

—¿Cómo?

—Por cantimplora.

—¿Por cantimplora?

—Por cantimplora, por cantimplora.

—Joder, como si estuviésemos en Nevaden.

—Allí serían cuatro luxes por llenar media cantimplora. Además, por lo que veo se lo pueden permitir, el río más cercano está a unas buenas millas—. dijo sonriendo.

—Ganas me están dando de llenar la cantimplora con tus dientes—. pensó el hombre con barba.

Sacó de una bolsita unas monedas y empezó a contar los 36 luxes.

—Llénelas —dijo.

El tabernero fue hacia la parte trasera. Volvió en poco tiempo. El barbudo agarró las cantimploras.

—¿Cómo están las cosas en Nevaden?

—Mucho mejores que hace ocho meses. Las pocas tierras que le quedan a Nevaden ya son trabajadas por campesinos y no nobles evitando arruinarse y pagando impuestos.
》A pesar de todo —prosiguió— los impuestos por la tierra siguen presentes.

—Damegion arrasó con gran parte de Nevaden.

—Y se quedó con lo bueno que quedaba, lo único que queda de Nevaden es la capital y poco más.

—Si el Rey Evan no hubiese sido tan piadoso con Parfum no quiero ni imaginar que hubiese pasado con el reino.

El barbudo con coleta le entregó las cantimploras a sus compañeros y les ordenó salir a por los caballos. Luego volvió a junto al cantinero.

—Evan solo quería ganar respeto, la pobreza asola Nevaden y él es consciente de ello —dijo.
》Sabe que la plebe quiere ser anexada a Damegion, al igual que la nobleza.

—¿Qué tiene eso que ver?

—Evan sabe —explicó—que no le sirve de nada arrasar Nevaden con guerras, prefiere que sea el propio Nevaden el que se entregue a él sin importarles que quiera cambiar el sistema allí.

—¿Cambiar el sistema?

El viajero se estaba cansando de la poca inteligencia del tabernero.

—Me refiero a que Evan podrá poner mayores impuestos y disminuir la tasa de cambio de lux a reblon de Nevaden porque sabe que van a asumir todo aquello con tal de salir del gobierno de Parfum, a pesar de que las cosas sean peores al ser gobernados por Evan.
》La plebe no piensa mucho. Me sorprende que aún Damegion no haya hecho alguna propuesta de anexión.

—Seguramente esté esperando a que las cosas estén más tensas.

El viajero se sorprendió de la respuesta, no se esperaba una tan certera, esperaba otra pregunta simple y absurda.
Hizo una señal para despedirse del tabernero.

—¿No deja propina por la conversación? —preguntó este último al ver que su cliente se marchaba.

—Creo que ya la has cobrado con lo de las cantimploras —le respondió el otro mientras salía de la taberna.

***

S

e encontraban en un bosque cercano a Gueren. Un bosque frondoso. Se habían encontrado con unos cuantos erenes en el viaje, muy bien equipados. El barbudo había perdido a dos hombres en el viaje.
Uno de los hombres que quedaban dejó de galopar.

—¿A dónde vamos? —gritó.

El líder se volteó. Miró a los ojos al muchacho. Se volteó de vuelta.

—Sigamos, estamos cerca —ordenó.

—Señor Eveis, su majestad Evan le concedió permiso de viaje de un mes contando la búsqueda de su escolta —. refunfuñó.

El señor Eveis dio un gran suspiro.

—El Rey Evan seguramente entienda que demoremos una semana más en volver —le respondió sin siquiera voltearse ni demorar el paso.

—Vámonos, ya no estamos a sus órdenes.

El Señor Eveis se bajó del caballo y se acercó al muchacho.

—Bájate.

—Ya le he dicho que...

El barbudo agarró por la pierna al muchacho y lo hizo caer al suelo.

—Tú, vas a pie.

—¡No estamos a su...

Lo pateó para callarlo. Los compañeros del muchacho se burlaban de la ridícula escena.

—A pie —. repitió.

***

El hombre y su escolta se encontraban cerca de un inmenso abedul. Agarró su mandoble, ballesta y vendas. Ordenó a los demás hacer los mismo.

—Vosotros 6 conmigo, el resto que vigile fuera.

Se acercaron lentamente al árbol. Había un gran y oscuro agujero en este. Los siete intrépidos guerreros se adentraron en él.
Dos hombres intentaron encender antorchas. Escucharon un sonido grave detrás. Se había cerrado mágicamente la entrada. Estaba todo completamente oscuro a excepción de unos 4 pequeños rayos de luz que llegaban desde la parte superior del árbol.
Lograron encender las antorchas y empezaron a escuchar los gruñidos de agmas. Se voltearon y lo vieron.

Un dragón gigante color morado de ojos dorados incrustado en una gran pared de ámbar. El dragón estaba recogido. Su cola reposaba en su espalda. Tenía los ojos abiertos, parecía que miraba fijamente al grupo.

—A la humanidad —exclamó una voz por detrás mientras se apagaban las antorchas—...

No le queda ni medio lustro.

hola solo quería decir que en serio muchas gracias por haber leído de principio a fin esta historia de mierda. Te lo agradezco mucho.

seguramente en algún momento en el que me de un bajón de dignidad seguirán las nuevas e intrépidas proezas de Esniel xd

Muchas gracias

Esniel a la IntemperieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora