3.22 Lord del Caos

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Los pasos de Raven se apresuraba hacia la habitación en donde Damian interrogaba a la arquera.

Lo que ella vió en aquel video iba más allá de las obvias intenciones de Zachary por evidenciar una infidelidad. Raven tuvo que ignorar en como aquel pasional enlace de labios causó un retorcimiento en su estómago para enfocarse en algo mas relevante: Los ojos de Supergirl. En los usuales iris azules existía un brillo que para Raven no paso desapercibido.

Los hechos tan bizarros que ocurrieron en la oficina de Damian aquel día no le interesaban tanto como querer estar segura de que sus sospechas fuera solo una pasada de su imaginación.

En otra ocasión se tomaría el tiempo para reclamarle a Damian aquel hipócrita sermón que le dió hace unas horas. Él también había guardado un secreto muy importante de ella, y más le valía al dichoso hijo de Batman hablarle con la verdad cuando lo confrontara.

No solo quedó como una tonta con Zachary, si no que este se aprovechó de su lió mental para cobrar su favor mágico....Raven ni siquiera quería pensar en como eso sería otro embrollo que pronto debería afrontar.

Este día era un completo desastre y ella era ignorante a como estaba a punto de transformarse en peor.

Raven usó con discreción su magia para sacar el seguro y girar la perilla de la puerta con el número 808. Con cautela se adentró a la oscura habitación para sentir al instante con su empatía un vació que la alerto. Sin rastro de Damian o Emiko Queen, Raven suponía que nada bueno había pasado aquí, en especial por el diverso mobiliario revuelto por todo el lugar como una clara evidencia de una lucha.

Raven cerró sus ojos, concentrada en expandir su empatía por cada rincón del lujoso hotel. Sin embargo no pudo encontrar la presencia de Damian o Red Arrow en ningún lado.

Ella quiso rechinar los dientes en frustración al notar el teléfono personal y el comunicador de Damian abandonados sobre la mesa del televisor...

¿A donde podría haber ido?.

A quien engaña, ella sabía muy bien a donde Damian fue, o mejor dicho...a quien fue a buscar.

Maldita sea.

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Los oídos de Damian Wayne comenzaron a picar de la nada a la par en la cual el sol del desierto hacia su descenso del cielo.

Por la posición solar él calculaba que había pasado aproximadamente una media hora desde que llegó a la línea fronteriza entre Arabia Saudita y el desierto de Rub al-Jali. Media hora vagando en el desierto sin llevar un destino, simplemente esperando que Klarion en algún momento hiciera su aparición.

¡¿Cuanto tiempo tendría que estar rodando entre estas doradas tierras?!. Damian se estaba desesperando. Ellos lo querían a solas, ¡Pues aquí estaba para ellos!.

"¡¿En donde están?!." Damian paró su andar y en su desesperación gritó a la nada. Cuidadosamente observando sus alrededores como si esperará encontrar a quienes lo llamaron hasta aquí.

Una gota de sudor cayó lentamente de su rostro hasta mojar la pesada arena bajo sus pies. los segundos parecían pasar con lentitud mientras el solitario desierto se burlaba de él con su sin fin de miles y miles de kilómetros.

El sonido de la arena crujiendo lo hizo voltear hacia donde provenía el ruido, y como si estuviera presenciando un espejismo, la figura de una joven se le apareció de frente.

"Damian, viniste."

Djinn...

Con más de 4000 años de vida la genio lucía tal cual como en su tiempo dentro de los Titanes. Seguía teniendo el mismo rostro de aquella adolescente de 14 años que huyó cobardemente de las consecuencias de sus actos hace tantos años.

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