3.24 Pedazos rotos

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Dos semanas.

Tiempo transcurrido tras la misión en el desierto de Arabia Saudita, donde los culpables fueron sometidos y las víctimas devueltas a sus hogares. También, eran catorce días desde que la presencia de Damian Wayne se ausentaba de su vida.

La inicial intención de Raven al abandonar a Damian junto a Zachary en aquel desierto fue para evitarlo solo por algunos días en orden de acomodar sus pensamientos, pero nunca se imaginó que él se tomaría su petición tan seriamente. Zachary regresó a la ciudad casi al mismo tiempo que ella, sus constantes mensajes de texto se lo confirmaban, mientras, nadie sabía precisamente donde se encontraba Damian. ¿Quizás fue muy severa al abandonarlo en medio de uno de los más grandes desiertos del mundo?.

La misión que les tomó meses resolver terminó por ser un circo protagonizado por el capricho de un hombre que nunca supo superar un acontecimiento en su infancia. Raven tampoco estaba del todo orgullosa al haber optado por aceptar un plan con el mismo grado de inmadurez como la venganza misma de Klarion para detenerlo.

En su caso la inmadurez funcionó para comprarles tiempo; pretender toda una obra fingiendo estar poseída sirvió para que el Lord del Caos dejara de ser un problema. Por otro lado, las consecuencias de aquella travesura aún se encontraban presentes hasta este día en su vida.

Le daba un poco de remordimiento el haber abandonado Arabia Saudita con tanto melodrama cuando desde el principio supo que lo que ella vió en aquel video iba más allá de las obvias intenciones de Zachary por evidenciar una infidelidad. O ni hablar de como su actuación complicó más su situación con Damian. Esa confesión de lo que parecía un amor incondicional por parte del moreno, era algo que ella trataba de empujar a lo más profundo de su mente. Por cierto, fallaba miserablemente en la tarea.

Nunca imaginó que una misión tan estúpida estuviera causado tantos estragos en ella. Existía una lucha constante entre su orgullo y su raciocinio dentro de su cabeza, ninguno quería ceder ante el otro, solo causando en Raven un lió en sus pensamientos. El interior de su mente se sentía como sí un niño estuviera dibujando sus pensamientos en forma de garabatos sobre su cerebro. Garabatos que daban vueltas y se enredaban entre ellos mismos, atormentándola una y otra vez.

La confianza siempre fue un factor importante entre la conexión que ellos se tenía. ¿Por que Damian le ocultaría los besos con Supergirl?. Él nunca se había comportado de esa manera antes. ¿Por que con ella era diferente?. Klarion, Kara, Djinn, o Damian, ¿Quien sería a culpar?, ¿Damian si quiera la amaba como lo confesó en su supuesto lecho de muerte?. ¿Por que él era una migraña constante en su vida y ella no podía si quiera pensar en odiarlo?.

Raven se sentía confundida, frustrada, traicionada, decepcionada, herida y celosa.

Su orgullo, juicio y su corazón habían sido golpeados al mismo tiempo a manos de la misma persona. Damian Wayne tenía su propia forma de hacerle sufrir. Aún así, en todos estos días que pasaron ella lo extrañaba. Raven quería borrar todos los innecesarios problemas y regresar a esos momentos amenos que se compartieron antes de que viajaran a encarar al Lord del Caos. Pero una parte de ella le impedía olvidar cada detalle que la hirió y la obligada a repetir el mismo patrón de pensamientos una y otra vez sin parar.

Sabía que ella no terminaría de torturarse hasta que hablara con Damian.

"Sí estuviera en tu lugar, yo hubiera mandado a Supergirl de nuevo al espacio, pero con un boleto sin retorno."

"No fue su culpa." Raven arrugó los labios a la pantalla en su comunicador, donde el reflejo de Emiko Queen se mostraba poco convencida de sus palabras. "Por lo menos no del todo."

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