Un bocado de aire abandonó sus labios incluso antes de que Raven pudiera abrir los ojos al mundo. A decir verdad, la mujer se negaba despertar. ¿Para que hacerlo?, sí se sentía plena, hundida entre la suavidad de su lecho, inhalando de su almohada ese gratificante aroma que le traía paz y calma a su persona, como sí estuviera recostada sobre una suave nube de la cual nunca se quería desprender.
Pero la realidad la llamaba, e inevitable fue su despertar.
Con el cuerpo pesado, Raven se sentó sobre la orilla de la cama. Confundida observó sus alrededores, fallaba en reconocer la extraña familiaridad del lugar conforme quitaba el rastro de cansancio de sus ojos con la parte trasera de su mano.
Desconocía como llegó a la cama, tampoco recordaba el momento en el cual abandonó la mansión Wayne. También era difícil explicar como es que aún llevaba puesta la ropa del día anterior o porque ahora en sus pies se encontraban cubiertos en unas desconocidas calcetas, ella no las llevaba puestas ayer. Sin embargo, una vez que el sueño abandonó su mente, ella fue capaz de darle una respuesta a todas sus incógnitas.
Para empezar, ella nunca se marchó a San Francisco con Rose como se lo había propuesto, por todo lo contrario, nunca abandonó Gotham o siquiera la Mansión Wayne. Pasó la noche en la cama y en la habitación de Damian, ahora no era de extrañarse que el lugar le hubiera parecido tan familiar al despertar.
¿Cómo es que llegó aquí?, Raven se preguntó perpleja. No bebió tanto como para haber llegado por su cuenta en un estado de ebriedad. Lo último que recordaba era estar sentada en uno de los costosos sofá de los Wayne, sitiándose muy agotada y desecha mientras los murmullos de sus amigos se desvanecía poco a poco de sus sentidos, hasta que finalmente...bueno...al parecer cayó dormida.
La habitación se encontraba bañada en sombras a pesar que el reloj sobre la mesita a lado de la cama indicaba que ya pasaba más allá del medio día.
Raven se levantó de la cama, tan veloz que pudo poner en cuestión a un velocista. El hecho de haber dormido por tantas horas en la cama de Damian Wayne la hicieron sentir como sí ella hubiera cometido un verdadero crimen. Repentinamente se sintió presionada, y buscó por sus zapatos, que extrañamente se encontraban cuidadosamente alineados sobre la alfombra. No le dió mas cuidado a la cuestión al ponérselos.
Tenía toda la intensión de marcharse lo más rápido que pudiera antes de que alguien la descubriera profanando el santuario de Damian, sin embargo, la idea se esfumaría en el mismo instante en el cual apareció a causa de la simplona excusa que su mente invento para detenerle. Todavía no se despedía del dueño de esta habitación, ¿Cómo ella podría macharse sin saber sobre él?.
Sí ella durmió aquí, ¿Donde estaría Damian?. Desapareció por el completo el día de ayer. ¿Cuál sería el status de sus emociones?. Con él era difícil asumir en que estado se encontraba, algo que no se acomodaba bien dentro de Raven. Obviamente le preocupaba y no estaría satisfecha si no hasta comprobar con sus propios ojos que él por lo menos sanaría a su propio ritmo.
Raven se mantuvo ocupada doblando la sábana con la cual durmió mientras continuaba formulando cuestiones en su cabeza. Ayer fue un día bastante interesante, por así decirlo, lleno de descubrimientos e intrigas. Disgustada arrugó su nariz al recordar la imagen de los mercenarios en el baño. Ciertamente pudo haber vivido feliz sin conocer sobre el "amorío" secreto de esos dos.
Gentiles toques a la puerta la tomaron desprevenida, extrañada miró a un lado de la habitación y luego al otro, esperando que alguien más atendiera al llamado, después de todo no se suponía que ella estuviera aquí. Tampoco era como sí Damian se tomara la molestia de tocar a la puerta de su propia habitación...Entonces, ¿Quién podría estar tocando a la puerta?.

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Chaos
FanfictionCuando comenzaron este juego pensaron que todo seria sencillo. Se equivocaron. Los problemas los seguían como una inevitable plaga. Secuela de Heat. Tercera parte de la Serie: Blame it on the pills.