CHAPITRE DEUX

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La puerta de la tienda se abre logrando captar toda mi atención, me encuentro con una señora mayor acercándose al mostrador, la reconozco, es una de nuestras clientas más fieles, siempre acude a nosotras para hacerle los pequeños arreglos a la ropa de su nieto. Una mujer encantadora.

—Buenos días, Celine —la mujer que se encuentra de pie delante del mostrador, me dedica una sonrisa agradable, como siempre. La señora Celine se conserva demasiado bien para la edad que tiene, hace años se cansó de teñir su cabello y ahora conserva su color natural.

—Hola, Lyrae —pronuncia la mujer dejando una bolsa con el logo de la tienda sobre el mostrador, mientras, saca de su bolso la cartera. Tiene la costumbre de hacer los pagos por adelantado—. Ya sabes lo que hay que hacer —río al escuchar el tono gracioso que utiliza al hablar.

Cojo la bolsa para ver la prenda que voy a tener que arreglar el día de hoy, unos pantalones teñidos de rosa, uno de mis colores favoritos. La hija de la señora Celine tiene la costumbre de comprarle prendas que le están algo grandes a su hijo, por esa razón, Celine siempre debe de acudir a nuestra tienda para pedir alguna ayuda con este tipo de arreglos.

Es raro ver a una señora de su edad acudiendo a una tienda para arreglar la ropa de su nieto, recuerdo ser yo misma quién debía acudir siempre a las personas mayores para pedir un arreglo de ropa.

La puerta vuelve a sonar, logrando captar mi atención y la de la Celine.. Me encuentro con la silueta familiar de Brandon, que me sonríe en cuanto consigue encontrar mi mirada sobre él.

—Aquí tienes, Lyrae. Hoy lo llevo justo —aparto mi mirada de Brandon al oír la voz de la señora Celine, ella deja el dinero sobre el mostrador y yo lo tomo para guardarlo en el cajero confiando en las palabras de Celine—. Mañana vendré a por los pantalones.

—Mañana estará aquí Aroa. —digo recordando que mañana podré disfrutar de mi día libre—. Ten un buen día, Celine —dedico otra de mis amables sonrisas a la mujer que se despide con la mano mientras su presencia desaparece de la tienda.

Ahora me encuentro con la de Brandon, que ha dado los pasos que nos separaban para poder encontrarse frente al mostrador.

—¿Qué te trae por aquí? —pregunto con cierta curiosidad, recuerdo que en la cena de anoche mencioné el lugar en el que trabajo actualmente, pero no pensé que alguien de aquella reunión se presentara algún día.

—Vengo a mirar.

Sonrío pícaramente.

—¿Mirar o mirarme?

El chico deja escapar una carcajada contagiosa de su garganta mientras aparta por primera vez su mirada de mi para llevarla a la tienda contemplando cada detalle de esta. La decoración de la tienda no es demasiado moderna, las paredes se encuentran teñidas de marrón y los muebles blancos de esta logran resaltar gracias al color.

—No nos vamos a engañar —murmura—. Puede que las dos cosas.

Esta vez la que deja escapar una carcajada profunda soy yo, el chico se aleja del mostrador para empezar a mirar las prendas de la tienda, casi toda la ropa que se encuentra en este establecimiento es femenina, la dueña tiene varios establecimientos repartidos por Marsella y la de hombres se encuentra en una plaza algo alejada de esta tienda.

—¿Te puedo ayudar en algo?

Brandon levanta su mirada de la sección de vestidos para pasarla a mi.

—¿Esto lo has hecho tú?

Asiento. La realidad es que, no todo está hecho por mi, pero la gran parte de vestidos sí lo son. Son mi prenda favorita para llevar y, a la misma vez, hacer. Adoro decorar la tienda con vestidos de diferentes tonos de color y de diseño, dándole a la tienda un toque juvenil con sus colores.

DEAR; FEMME FATALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora