025 | Todavía respira

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Su celular vibró, sacándolo se su bolsillo con tranquilidad, alzó las cejas y se apresuró a atender al ver el nombre en la pantalla.

— Tony — murmuró, mirando hacia el asiento delantero, hacia su chófer, deseando estar solo—. Creí que no me llamarías.

No iba a hacerlo.

La voz grave del chico lo hizo suspirar un poco.

Pero... Aquí tu omega se desmayó.

Steve frunció el ceño, ladeó la cabeza, y tardó unos segundos en hablar.

— ¿Cómo?

Pietro Maximoff — el beta intentaba sonar despreocupado, pero Steve pudo notar el nerviosismo en su voz —, perdió en conocimiento, ahora lo acosté en tu cama, era lo más cercano, no lo iba a tener el brazos todo el día hasta que regresaras...

Steve golpeó el asiento del conductor, haciendo que el chófer lo mirara por el espejo.

— Regresemos a casa, rápido — ordenó, el hombre sólo asintió, girando en la próxima esquina.

Steve volvió a colocar el celular sobre su oreja.

— ¿Pero está bien?

Escuchó un silencio y luego al cataño suspirar, en ese tono de "no me gusta que te importe" que hablaba desde hacía bastante.

Se ve muy enfermo, Stivie — murmuró por el teléfono — No tiene color y está frío, aunque su frente está muy caliente... Creí que ibas a cuidar mejor a tu omega.

— Deja de decir eso, no es mí omega, y no lo será nunca, idiota— Steve intentaba controlar su enojo, aunque no le resultó muy bien — Me preocupo por su estado, pero eso no significa nada, ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?

Escuchó el silencio del otro lado de la línea, cosa que lo inquietó, y lo hizo dudar si había usado su voz de alfa sin querer y eso había incomodado mucho a Tony, el chico era tan sensible como un omega en ocasiones.

— Lo cubrí un poco con las sábanas — escuchó su voz luego de unos segundos, su tono estaba totalmente normal.

Steve soltó el aire que había retenido.

— Sigue respirando, tranquilo — continuó el castaño — por ahora.

— ¡Tony!

Escuchó su risa, Steve se frotó el rostro, aunque sonrió un poco, hacía bastante que el chico no bromeaba.

— Ya, no lo mataré — dijo Tony, como para "tranquilizarlo" —, ¿Ya estás en camino?

Steve separó el celular de su rostro para pedirle al conductor que acelerara.

— Llego el dos minutos— dijo el castaño —, o menos.

Bien, adiós.

— A-... Espera, Tones, ¿Qué hacías en mi casa?

El pitido de la llamada finalizada lo hizo maldecir por dentro.

No llegó a guardar su teléfono que una nueva llamada lo hizo detenerse, viendo el nombre de Natasha Romanoff.

— ¿Buenas? — preguntó, sin saber muy bien el porqué de la llamada, ya que desde que la pelirroja se había marchado no habían estado en contacto.

Hola, Steve — su tono de voz parecía el de alguien estresado.

— ¿Pasó algo? — preguntó con algo de miedo.

DELTA - HawksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora