003 | Golden Boy

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El muchacho rubio de miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Pietro Maximoff, el omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, el chico era un cambia-formas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia del omega buscaban al mejor alfa para su hijo, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nazcan con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como ese tal Pietro Maximoff podía hacer.

Y él era uno de los candidatos principales, familia de magnates, heredero de una fortuna, hijo único y perfecto, apodado el Golden Boy por todas sus cualidades.

Pero a Steve Rogers le importaba tres pepinos qué tan fabuloso pintaran a ese omega.

Porque ese desconocido no era quien él quería para su compromiso.

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo hasta quedar perfecto, y se colocó una sonrisa rompe-corazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver al chico castaño, parado en el umbral de la puerta, el beta lo miraba con súplica.

Había discutido con Anthony en cuanto se enteró que le presentarían a un omega, exigiendo que se revelara contra sus padres, ya que él no quería ese arreglo.

Ya lo habían discutido muchas veces. Ya que ambos debían tener que mantener su relación en secreto.

La familia Rogers no dejaría que su linaje se perdiera si el último descendiente elegía a un beta; su familia no funcionaba así, ellos eran alfas y omegas, no había lugar para algo como Tony.

Para el mundo, ellos eran amigos; pero a solas ellos eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Steve se destrozaba cada vez un poco más.

No habían hablado desde hacía unos días, cuando la señora Rogers había aparecido en la casa de su hijo para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que se cruzaban, Anthony tenía ese misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.

Steve suspiró, se acercó a Anthony con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros del rostro del rubio.

- Por favor, no sigamos así - pidió el rubio, mirando a los ojos del castaño, aunque él tenía la vista en el suelo.

Tony no contestó, y Steve se desesperó un poco, tomando el rostro del beta.

- Tony, mírame - exigió, pero no tuvo respuesta. Apretando los dientes con fuerza, sintió sus caninos siendo apretados y su voz salió de lo más profundo de su pecho - Tony, mírame.

El castaño reaccionó automáticamente con la voz de alfa de Steve, el rubio sintió cómo un balde de agua fría caía sobre él al ver los ojos del beta a punto de estallar en lágrimas.

Apoyando su frente en la de Tony, suspiró para calmarse.

El castaño sintió un cosquilleo cuando el aliento de Steve chocó contra sus labios.

- Lo siento, lo siento - se disculpó el rubio- no te gusta que use mí voz de alfa, lo sé... Es que... Estoy demasiado estresado, Tony.

El castaño asintió.

- Por favor, di algo - pidió.

Tony tardó un momento en hablar.

- Ya sabes lo que diré - dijo, por lo bajo.

DELTA - HawksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora