004 | Eres muy amargo

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Con ojos cansados, Clint se estiró bajo el montón de sábanas sobre su cuerpo, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama.

El rubio abrió los ojos de golpe y corrió los brazos de quién sea que fuese y se levantó de dónde se encontraba.

Al principio se sintió confundido y se preguntó quién era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojos con un mohín adorable.

Luego recordó lo que había pasado la noche anterior y se sintió abrumado.

— Yo... ¿No estaba durmiendo en el suelo? — preguntó Clint, aunque fue más para sí mismo.

Pietro se acomodó en la cama para sentarse con la espalda contra la pared, y le dedicó una pequeña sonrisa.

— En la madrugada no podía dormir, te pedí que vengas a la cama conmigo — dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Clint se sintiera caliente.

Sin decir nada, el mayor se frotó el rostro y salió del cuarto para ir a la cocina, y encender la luz antes de prepararse el desayuno.

No había terminado de hacer su café y Pietro lo estaba mirando desde el umbral con ojos hambrientos.

Clint al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le prepararía el desayuno, tenía suficiente conque el chico se quedara en su casa y tenga que usar su ropa, pero al abrir la boca, las palabras que surgieron fueron totalmente diferentes:

— ¿Qué quieres comer?

Pietro intentó reprimir una sonrisa.

— ¿Te molestaría que hiciera mí desayuno yo mismo?

Clint estuvo un poco sorprendido.

Tiempo atrás había estado en una relación con una omega, y la chica era tan inútil y poco independiente que sacaba de quicio a Clint. Luego de eso creía que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.

— ¿Podría? — la pregunta de Pietro hizo que Clint reaccionara, moviendo la cabeza para despejarse.

—Si, si — dijo— No rompas nada.

Minutos después, cuando Clint ya tenía su café y un paquete con algunas galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.

Vio a Pietro cocinar algo que superaba sus habilidades culinarias, pero notó que usaba huevos y algo de queso, y a parte, calentó leche, rebuscó un poco en la alacena antes de preguntar:

— ¿No tienes chocolatada?

Clint rió un poco.

— Niño, gasto mí presupuesto en café, es lo único que me mantiene con vida. No gasto en chocolatada porque no me sirve.

Vio a Pietro mirándolo con una mueca.

— Creo que eres muy amargo, te hace falta chocolatada.

Clint sólo rodó los ojos.

A los pocos minutos Pietro había terminado de hacer su desayuno y se había acomodado en la mesa para comerlo, pero en cuanto se sentó, Clint se levantó sin decir nada y volvió al cuarto.

La seriedad del chico rubio hizo que Pietro se preguntara si al otro le molestaba su presencia allí.

Y entendía perfectamente que era sumamente irritante que una persona ajena se instalara en tu casa para usar todo lo que el propio dueño usa.

DELTA - HawksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora