008 | ¿Pietro?

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Clint entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida, que no se escuchaba ningún ruido.

Miró hacia la cocina para encontrar todo tal como lo había dejado, en la mesa del comedor no había rastro de que alguien la había utilizado.

El lugar estaba tranquilo, demasiado.

— ¿Pietro? — llamó el rubio, en su pecho, la idea de que se lo habían llevado, de que lo habían encontrado, creció y se convirtió en miedo.

Arrojó el bolso de la universidad al suelo, lanzando las llaves a la mesa, mientras un 'No' murmurando se repetía en sus labios.

Entró a su cuarto, para, de nuevo encontrar todo tal como lo había dejado, al menos los primeros segundos, hasta notar las sábanas desordenadas y el bulto que de escondía bajo estas.

— Pietro... — se acercó a paso acelerado a la cama, levantando las sábanas con brusquedad.

El olor a tristeza y melancolía, que tapaba el olor propio del chico, lo golpeó como si fuera una cachetada.

El omega se irguió en la cama para intentar tomar las sábanas, pero Clint las arrojó al suelo al ver lo que quería.

— ¡Pietro! ¿Qué...? ¿Haz hecho un nido?

El omega no contestó, sin siquiera mirarlo, se volvió a girar para volver abrazar la almohada, dándole la espalda mientras escondía el rostro en la misma.

— Pietro yo...

Clint esperaba que el otro dijera algo, no sabía cómo reaccionar.

Dentro de su pecho, su lobo estaba preocupado.

De nuevo, se dio cuenta de cómo Pietro podía hacer volver su subconsciente animal.

Él no sabía cómo actuar, y su lobo interior le pedía tomar el control.

Decidiendo hacerle caso a su lobo, por primera vez en mucho tiempo, tomó a Pietro por la cintura, alzándolo un poco a tiempo que este soltaba la almohada para forcejear con él para que lo liberara.

Clint se sentó en la cama, haciendo que Pietro se acomodara sobre sus piernas. Quedando frente a frente, Clint acomodó al omega para que este apoyara el rostro en su pecho, y él llevara los labios entre el cuello y el hombro del menor, en lugar donde, algún día, habría una marca de mordida.

Aún con el collar entre medio, el gesto logró calmar a Pietro, era un punto bastante sensible para los omegas, donde se conectaba más, de una forma física, a su lobo interior.

Y Clint lo había aprendido con el libro de cómo tratar omegas que creía casi inútil.

A pesar de que tenía lo que quería, Pietro no quería disfrutarlo, no quería conformarse con la idea de que eso era sólo momentáneo, y que dentro de un rato, Clint volvería a ser el idiota que lo había lastimado horas antes.

Aunque su lobo se sintió un poco más consolado.

— Lo siento, Pietro— dijo Clint, apenas despegando los labios de donde estaba—, como siempre, hago las cosas mal.

Pietro no dijo nada.

— Lo único que hice bien fue llevarme un cachorro asustado de un callejón mugriento.

El comentario logró sacar una sonrisa en Pietro.

Clint acarició los cabellos, de ese color rubio, casi platinado, del omega, notando que estos estaban algo grasosos.

— ¿No te has bañado desde que llegaste, no?

Pietro continuó sin hablar, Clint ya sabía la respuesta.

DELTA - HawksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora