En cuatro

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Estaba aburrida, cansada y sobretodo muy estresada. No sabia que más escribir, una de mis tantas tareas atrasadas, era hacer un ensayo.  Pero ya no sabia que más debía escribir.

Tal vez lo mejor era dormir ahora que Ban no estaba, desde la primera vez que lo hicimos.. el quería seguir haciéndolo  y no me daba tregua. A menos claro, que lo durmiera rápido. Pero después yo no podía dormir. 

Por suerte solamente me quedaban dos días. No era demasiado suerte, aun tenia tareas. Pero también mucho sueño.

Tome una corta siesta, en cuanto desperte, me dispuse a hacer la cena. Ambos estábamos en nuestro último semestre en la universidad.

Recibí un mensaje de mamá. Quería que mañana temprano fuese a verla.  El problema era que mañana era cumpleaños de papá y ya había prometido ir a verle. Y sinceramente no quería pasar tiempo con ninguno.

Ellos se habían divorciado hace ya 10 años. Y no terminaron nada bien. Ninguno quería verse ni en pintura. Mucho menos mencionar sus nombres. Precisamente por sus actitudes, fue que termine buscando un lugar para vivir.  Gustaf vivía con mamá, pero  no era opcional, pues la casa era de Gustaf y mamá se había instalado ahí.

Agité mi cabeza odiaba pensar en ello. Siempre me ponía de mal humor.  La puerta se abrió, sabía quién era...aunque no imagine lo que venía.

Meliodas y Elizabeth venían con él.

-Hace tiempo que no entraba-. Comentó Meliodas  ¿Cómo has estado Jericho?

-Bien Meliodas.  Elizabeth- Que los trae por aquí. 

-Ban nos invitó a comer-. Dijo Elizabeth

-Ya veo. La comida estará en un momento

Estúpido Ban. Justamente tenia que traer invitados hoy.  Hoy que no tenia humor para soportar a nadie.

-Te ayudo-. Se ofreció Ban y me siguió a los que era nuestra cocina. Elizabeth y Meliodas se sentaron en el sofá, esperándonos.

-¿Pasó algo?-. Me preguntó. Se veía preocupado. 

-. Estoy algo cansada.

Ban tomo mi muñeca y jalo hacia él. Sin aviso alguno me besó.

-Tenemos visitas-. Le reproche un tanto a bochornada

-Y qué. ¿No puedo besarte frente a los demás?
 

-Debo revisar la comida. 

Me separé de él tratando de evitarlo.


-Sate, sate, sate. Ban tenía razón, eres una cocinera maravillosa-
Elogio Meliodas

-No es para tanto.

-Sí que lo es. Durante años e escuchado hablar a Ban.  De que conoce una muy buena cocinera
 Aunque según el, no podría superarlo. Aunque no estoy muy de acuerdo con él. Podría fácilmente Remplazar a Ban contigo
Atraerías a muchos clientes sabes.

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-Todos sabemos de que manera atraería clientes y no sería por su comida. Así que eso en definitiva es un no-
 Dije rápidamente ante su oferta. Siempre teníamos problemas porque intentaban propasarse con alguna de las chicas, no dejaría que alguien le hiciese eso a Jericho.

-Pero no me interesan tus no. Me interesan los de ella-. Debatió el capitán 

-Ya es tarde Meliodas.  Es mejor que nos retiremos-. Interrumpió Elizabeth antes de que nos pudiéramos a discutir. 

-Tal vez mañana puedas unirte nos. Es fin de semana. Y nos gusta reunirnos-. Le invito el capitán 

-Será en otra ocasión. Ya tengo planes-. Respondió Jericho. ¿Planes? ¿Cuáles planes? ¿Ella no me había dicho nada?

-Puedes venir cuando quieras.

-Lo tendré en cuenta. 

Finalmente se fueron y Jericho empezó a limpiar todo. 

Tomé los platos que llevaba en la mano.  -Deja, mañana limpiamos.  Es tarde. 

Bese su pequeña nariz. Ella se veía cansada. Pero antes de dormir quería hacer algo. 

Vamos a la habitación.

-La tuya o la mía ?- preguntó regalándome una hermosa sonrisa.

-En cuál prefieres. 

-Tu cama es más cómoda.

Me sorprendió el que ella haya iniciado el contacto. Los últimos días era yo el que lo hacía. La despoje de sus ropas y ella hizo lo mismo conmigo. La subí a mi cama y la puse boca a bajó. Era momento de disfrutar de su hermoso cuerpo. 

-Sabes que quiero hacer esta noche, ¿verdad?-. Le susurre al oído. 

-Lo sé Ban.

Ella se  puso en cuatro apoyándose en sus rodillas y manos. Mientras yo me colocaba  de rodillas detrás de ella, ajustando mi altura a la de sus caderas. Así tendria total control sobre la penetración, la velocidad y el ritmo, está noche yo mandaba. Y Jericho así lo quería.  Algo tenía, pero no era momento de hacer la hablar. Era momento de hacer la gemir. De hacerla gritar mi nombre y solamente pensaría en cómo se lo estaba haciendo.  Deseando que nunca pare

Comencé frotando mi miembro contra su trasero. Cuando tenía contacto con su clítoris. Soltaba pequeños gemidos. Adoraba a  esta mujer, cada parte de ella. Con una de mis manos comencé a tocar su entrada para lubricarla y yo pudiera entrar sin problemas. Iba a experimentar cada aspecto de nuestra
vida sexual.

Cuando estuvo lista adentré mi pene lentamente. Y así repetidas veces.  Entrando y saliendo de ella. 

-Más rápido Ban.

Suplico ella desbordando placer. 
-Si lo hago rápido, no vamos a disfrutarlo tanto como lo quiero.

-Quiero que sientas todo el placer que puedo darte. Voy a comerte de una y mil formas. Voy a hacer que sueñes conmigo.

-Ban!-. No supe si era un reproche por mis palabras o porque me había detenido un momento mientras le susurraba al odio
 
Aun así,  el que pronunciara mi nombre. Solo lograba excitarme y desear que siguiera repitiendo lo tantas veces. Hasta que nunca olvidará que yo era él único que le haría perder la cordura.

Seguí penetrandola rápidamente. Entraba y salía, acariciaba sus senos. Con mis manos
 
La tome de las caderas marcando un ritmo aun mas rápido hasta que ambos Liberamos nuestros fluidos. 

-Mierda!-. Ella me había pedido que no volviera a hacerlo en su interior. Yo estaba dispuesto a correr el riesgo, pero ella definitivamente no.

Cayó rendida a la cama y yo me recosté a su lado.

Todo era tan perfecto cuando estaba a su lado. Que no podía importarme ninguna otra cosa. Ni siquiera las próximas quejas por no ser cuidadoso

COMPAÑEROS  (reto 30 días +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora