Jugueteo con los dedos

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Hace una semana que Jericho se había ido con su hermano.

No respondía mis  llamadas, ni mensajes. Guila tampoco me había dado razones. Y esta desesperado.

Había tomado algunas de sus cosas y ni siquiera se había tomado la molestia de avisarme, dejarme alguna maldita nota.

Fui a reunirme con los demás en la taberna que Meliodas abrió hace no mucho.  Ahora me embriagaria hasta perder la conciencia. 

Era lo mejor que podía hacer.

Al llegar todos estaban ahí.  Incluso  Guila estaba ahi.

-Vaya. Ban. Hace días que no te nos unias aquí -. Me dijo Meliodas

-Estaba libre.

-Problemas con tu nueva novia-. Se burló King. Cosa que me molesto. Se había vuelto un idiota después de que Elaine y yo terminamos.  Vaya amigo.

-Si hay problemas siempre puedes divertirte. Mira nada más las hermosuras que acaban de entrar-. Me habló Howzer.

Las chicas que acababan de entrar en verdad eran atractivas.  Pero yo solamente tenía una en mente. Una a la que si no veía pronto iba a volverme loco.

Bebí un rato.  Pero no pude embriagarme.  Así que decidí volver a casa.

No era demasiado tarde iban a dar las once. Y tenía un poco de hambre. Tal vez podría pasar a buscar algo para cenar.

Había un autoservicio cerca.  Al llegar ahí. Encontré a Gustaf. No dude en acercarme a él
-¿Se te ofrece algo?

-Dónde está Jericho.

-Creí que ya se había despedido de ti

-¡¿De qué estas hablando?!

-Debiste notarlo antes. Ella a recogido sus cosas. Finalmente se irá de ese lugar.

-¡Eso no es posible!

-En la semana irá a recoger más cosas.  Puedes preguntarle. 

Gustaf me dejó con la duda. Ella no podía irse. No podía dejarme ahora.  No podía hacerlo sin avisar. ¡Se suponía que Había algo entre nosotros!

Lo único que había comprado era cerveza. Ahora si estaba dispuesto a embriagarme. 

Pasaron días y no había señales de Jericho. Comenzaba a desesperarme, llegué de la universidad sin ganas. Fui a la nevera a por una cerveza
 
Escuché ruidos en el apartamento. Había alguien aquí. Me apresuré a ir a revisar de donde provenían los ruidos. Abrí la puerta sin tocar antes.  Y ella estaba ahí.

-Hola, Ban.  Creí que llegarías más tarde

-¿Qué estás haciendo?-. Pregunté al verla meter cosas a una mochila.  Sabía lo que hacía, pero quería saber el motivo. 

-Vine por unas cosas-. Mi estómago se contrajo al escuchar sus palabras.

-¿Vas a irte?

-Sí bueno. Aun tengo cosas que hacer

Los brazos de Ban me atraparon. Su delicioso aroma a menta inundó mis fosas nasales. 

-¿Porque vas a irte? ¿Hice algo mal?
Me gire con la intención de verlo y hablarle. 

-¿Porqué piensas eso?

-Porqué tomas tus cosas entonces. 

-Necesito algunas cosas

COMPAÑEROS  (reto 30 días +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora