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Demasiado tarde se dio cuenta que el sexo casual o una conquista o una aventura de una noche o como quiera que se llamara era más complicada de lo que había imaginado. Tal vez solo era que ella no era el tipo para ello. Prefería mucho más escribir códigos que tener sexo de todos modos.

Ni siquiera ella pudo tragarse esa mentira. El sexo con Harry había sido explosivo. Entonces ¿por qué ahora se sentía miserable? ¿Era porque estaba demasiado involucrada emocionalmente?

¡Maldición! Por supuesto que era eso. Suponía que no era una mujer muy moderna, después de todo. Decir que estaba en conflicto era un eufemismo. ¿Qué pasaba con ella? No quería ni necesitaba un compromiso con Harry. Tal vez solo quería que el sexo significara algo para él y que así se lo dijera. Obviamente para él solo habían sido un par de horas divertidas aliviando la tensión. Probablemente él ya había seguido adelante.

No consiguió dormirse hasta las dos de la mañana, pero para entonces había resuelto todo. Harry había sido una impulsiva distracción de sus objetivos, y no podía permitir que eso sucediera de nuevo. Tenía muchas otras cosas en las que concentrarse. Cuando no estuviera trabajando en la unidad cibernética, quería centrarse en el programa que había creado, aún había un pequeño ajuste que necesitaba hacerse. No podía permitir que Harry desordenara su cabeza, y el único modo de lograr eso era permanecer lejos de él. Gracias a los dioses él iba a ponérselo fácil. Probablemente incluso estaba preparándose para subirse a un avión a Dios sabe dónde.

Durmió hasta las diez, después se puso vaqueros y una camiseta y se sentó con las piernas cruzadas en el sofá con su portátil para ponerse al día con su correo. Había pasado más de una semana desde la última vez.

Desplazándose por las docenas de mensajes, algunos requerían respuesta, otros molesta publicidad para ser borrada, encontró dos recordatorios de que el padre Basher iba a ser honrado esta noche por su servicio a la universidad en un cóctel dado por algunos de los alumnos en el hotel Hamilton. Solo alumnos mayores, miembros del personal y unos pocos amigos íntimos del profesor jesuita estaban invitados. Había también una invitación para una recepción la próxima semana para que todos pudieran despedirse de él, y aunque asistir a ambos eventos no era obligatorio, se animaba encarecidamente a que todos asistieran. Anotó en su calendario el segundo evento. Uno simplemente no ignoraba a los Jesuitas. Además, todos admiraban al padre Basher. Era uno de los mejores en su campo, y ella odiaba verle retirarse. La había enseñado a amar a los pintores del Renacimiento. Después de hacer el curso obligatorio con él, había dado uno optativo pero tuvo que esperar tres semestres para una vacante. Iba a ser muy añorado en la universidad, y estaba feliz de ver que iba a recibir el reconocimiento que merecía.

A las doce llamó Charlotte.

–Siento no haberte llamado antes –empezó.

–¿Por qué lo sientes? No esperaba tu llamada.

Un largo suspiro hizo saber a ____ lo frustrada que estaba su hermana.

–No leíste tu correo, ¿verdad?

–Estaba comprobándolo ahora. Ha sido una semana ocupada.

–Siempre estás con tu portátil. ¿Cómo puedes no mirar tus correos?

____ puso su portátil a un lado y escuchó las quejas de su hermana. Cuando desdobló las piernas, una dolorosa punzada le bajó hasta los pies y se dio cuenta que había estado demasiado tiempo sentada en la misma postura. Se levantó y se estiró antes de ir a la cocina. Charlotte estaba poniéndose irritable y obviamente necesitaba desahogarse. ____ se lo permitió.

Finalmente interrumpió la charla de su hermana sobre la comunicación.

–¿Qué pasa contigo? ¿Por qué estás tan histérica? –preguntó mientras rebuscaba un aperitivo en los armarios.

Conectados (07)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora