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____ y Harry dejaron la recepción temprano y se encaminaron al Four Seasons. La temperatura había caído considerablemente, pero afortunadamente el coche de Harry estaba aparcado en la entrada. Ella cogió su abrigo del asiento trasero y se lo puso mientras Harry alcanzaba de la guantera el sobre. Pronto estuvieron de camino con la calefacción zumbando.

____ se dio cuenta de repente de lo cómoda que estaba ahora con él. Cuando le había abierto la puerta esta noche, sus nervios se dispararon y sus manos realmente temblaban. Su mente iba a toda velocidad llena de preguntas. ¿Iba a decir él algo de la noche anterior? ¿O iba a pretender que su noche de sexo caliente, sudoroso y explosivo con ella no había sucedido? Tal vez no había sido así para él. Decidió dejar que todo siguiera y disfrutar del momento.

Harry estuvo en silencio mientras entraban en el tráfico. Estaba imaginando la mirada en los ojos de Brett. Finalmente dijo lo que había en su mente.

–¿Sabes qué? Keaton es un pedazo de... –se detuvo antes de decir la cruda palabra en la que estaba pensando.

–¿Un pedazo de trabajo? –sugirió ella.

Él se rió.

–Seguro. Eso es lo que iba a decir.

Les llevó cinco minutos alcanzar el hotel Four Seasons. El vestíbulo no era tan grandioso en escala como el del Hamilton, pero era igual de elegante con sus brillantes suelos de mármol negro dividido en grandes cuadrados por bandas de mármol crema. El mobiliario, pequeños grupos de sillas tapizadas en el perímetro, estaba reducido al mínimo, aunque encajaba perfectamente en la refinada atmósfera del hotel.

Ya que era pronto, ____ y Harry fueron a esperar al bar. La sala panelada de madera estaba suavemente iluminada, y velas en altos cilindros de cristal en cada mesa se añadían al cálido ambiente. La mayoría de las mesas estaban ocupadas. Harry la condujo a una en la parte de atrás de la sala y sacó la lujosa silla de piel para ella antes de tomar asiento. En segundos apareció el camarero. ____ pidió una Cola Light, y cuando Harry pidió una soda con lima, se sorprendió. Ella había tomado cerveza en alguna rara ocasión, pero nada más, porque había visto una y otra vez como perjudicaba el buen juicio. De todos modos, no habría sabido que pedir. La última vez que había ido a cenar con Charlotte y Oliver, el camarero le entregó un menú de vinos, y después de mirarlo fijamente durante cinco minutos o así, dijo a Charlotte que bien podría estar escrito en chino. No sabía qué vino iba con qué comida, y realmente no le importaba. Harry, sin embargo, era un hombre de mundo. Obviamente no tenía objeción a los placeres mundanos. Finalmente concluyó que no iba a beber alcohol porque estaba de servicio... ¿o no?

Harry abrió el sobre y sacó dos hojas de papel.

–Había pensado enviarte este contrato a tu portátil, pero cambié de idea porque, como verás, he escrito notas por todas partes. Aún es legible.

Él le entregó la primera hoja de papel a ____ y se sentó hacia atrás mientras ella lo repasaba.

–Lo que se reduce a... –empezó él.

–Le gustaría tenerme durante seis meses, y tiene la opción de añadir uno o dos meses más, de sentir que me necesita.

–Eso es correcto.

–No voy a firmar esto.

Ella sonó tan indignada que no pudo evitar sonreír.

–No estoy sugiriendo que lo hagas. Repasémoslo línea a línea y cambia lo que quieras cambiar. Tendré escrito uno nuevo mañana y podrás firmarlo.

–¿Necesito un abogado? –preguntó, y antes de que él pudiera responder a la pregunta ella dijo: –Probablemente necesitaré un abogado.

–Yo soy abogado. Yo cuidaré de ti.

Conectados (07)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora