El timbre de la puerta sonó en Emerson, y tía Jane abrió para encontrar a un joven de pie con un gran sobre en la mano.
–¿Jane Trent? –preguntó.
–Sí –respondió con cautela.
Le entregó el sobre.
–Que tenga un buen día –dijo mientras se giraba y regresaba a su coche.
Tío Russell entró en el hall delantero.
–¿Qué es eso? –preguntó, arrancándole el sobre de las manos. Abrió el sobre, sacó una carta, y leyó en silencio.
–¿Y bien? –ladró ella.
–Esas desagradecidas... –gotas de sudor se formaron en su frente. –Dice que tenemos treinta días para dar cuenta del dinero que gastamos en las chicas o devolver el dinero.
Jane se desplomó en una silla cercana.
–Lo averiguaron.
