ʚɞ~﹝³﹞~ʚɞ ᰪ corregido.

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Su cabeza estaba hirviendo y sus ojos eran en este instante dos pequeñas lagunas. Su cabello completamente negro estaba desprolijo, apuntando hacia todas las direcciones existentes. Sus labios estaban secos, partidos... Y su cuerpo no paraba de tiritar. No podía contener pequeños jadeos de protesta junto a cada pesada respiración que salía de su organismo.

Genial, se había enfermado.

Tuvo que llamar a su trabajo para ausentarse, que bien... su asistencia perfecta se fue por un caño gracias a esa primera falta.

—Rubiuuuuus, llámame cuando escuches este mensaje... necesito más cajas de pañuelos, trae unas cinco, o mejor siete. Te pagaré lo que corresponde y más por las molestias.— Murmuró cansado hacia su aparato electrónico. —Ya deja de jugar a los noviecitos por ahí y sirve para alg-... ¡Achís!.— Se restregó su pobre y enrojecida nariz, colgando el mensaje grabado.

Jamás se había sentido tan mal, nisiquiera esas veces que aún así había asistido enfermo y todo al trabajo. Sólo esperaba que ese pobre desgraciado haya llegado bien a su casa, sino su estado actual definitivamente no habrá valido la pena.

Se deshizo de toda su ropa mientras caminaba hacia su baño. Abrió las perillas de su bañera y mientras ésta se llenaba, sus ojos viajaron hasta su amplio y reluciente espejo, mirando a su horrible ser reflejado en él.

El puente de su nariz se arrugó, asqueado. No se gustaba, ni un poco. Y menos aún en su deplorable estado actual.

—Parezco una viuda.— Se comparó, tratando de sacar algo divertido del asunto, mas su autoestima-si es que aún le quedaba un poco- se vio herida igual con esa insignificante comparación al azar. —No, una viuda luce mejor, con su vestido negro y el rímel corrido... ah, cualquiera tiene más belleza que yo.— Murmuró, retirando su vista del objeto reflector.

Se hundió en su bañera, la cual por algún motivo desconocido, lucía mucho más amplia hoy. Su cuerpo disfrutaba ser abrazado por ese calor. Sus manos comenzaron a llevar algo de agua hacia su cabeza, aunque terminó hundiéndose pocos segundos después, para no tardar demasiado. Talló con paciencia cada rincón de su cuerpo y restregó con el shampoo y el acondicionador sus cabellos, disfrutando del aroma de la manzanilla.

Era curioso, las frutas no le gustaban tanto, pero no tenía problema con su aroma. Aunque siempre dependía del día, en ocasiones, hasta le llegaba a parecer vomitivo y tenía que usar otros productos con aromas florales para lograr estar en armonía consigo mismo.

Cuando terminó, se envolvió en su bata azul marino y secó sus cabellos con la misma paciencia y dedicación que los lavó. Gracias al vapor su nariz se relajó un poco y sentía su respiración mucho más calmada.

Y vaya que amaba al vapor con locura, porque a la salida de su baño, no podía verse reflejado en el espejo frente a él.

· · ·

—Lamento llegar tarde Lely, tuve unos inconvenientes...— Se excusó el albino frente a él, acomodando su bufanda.

—¿Esos inconvenientes de casualidad se llaman Triplesiete?.

—Nahhhhhh, ¿Qué? ¿Qué te hace pensar eso?.— Nerviosamente, dejó las cajas de pañuelos sobre los sofás del contrario.

—No sé, ¿quizás la sonrisa de tonto que cuelga en tu rostro cada vez que es mencionado?.

—Eso es mentira, yo no sonrío...— Subió sus piernas al sofá, abrazándolas.

—¿Ah, no?... Vegetta, Vegetta, Vegetta, Veg-... ¿Ves? Pareces un niñito.— Señaló la sonrisa en el rostro del más alto. —Te tiene hasta las manos.— Comentó.

—LALALALALA, ¿ESTÁS DICIENDO ALGO? ¡NO PUEDO OÍRTE!.— Tapó infantilmente sus orejas de oso.

—¿Tas bobo?.

—¡El bobo eres tú!, ¡que no dejas de decir barbaridades sin sentido!.

—Ñañaña, soy Rubius, me gusta Vegetta pero no me atrevo a decirle porque tengo miedo de arruinar nuestra valiosa amistad, ¡Lelyyyyy cerda!, ¡Cerda mala! ¡¿CÓMO QUE ME GUSTA VEGETTA?! ¿TAS BOBO O QUÉ?... Bueno, sí, pero tengo que negarlo porque también le temo a que vayas por ahí a contarlo como todo ratatopo, shhh shhh.— Le imitó.

—Yo no soy así...— Lloriqueó falsamente.

—¿Qué no?.— Cuando la risa de Alex disminuyó, volvió a retomar la charla. —Cambiando de tema, tengo una anécdota que contarte.— Se cruzó de manos.

—A ver, déjame adivinar... tiene que ver con tu resfriado.— Le señaló.

—Sí, lo que sucedió fue...


Rain › დFARGEXBYდ || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora