ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ
Se volvieron a encontrar de forma inusual.
San amaba intensamente a ese omega gruñon y posesivo. Y wooyoung adoraba con su alma a su alfa tierno, amoroso y a veces un poco pervertido.
Pero un día ocurrió algo que cambio la vida de ambos...
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Wooyoung regresaba de la universalidad, se sentía cansado, solo quería llegar a su cuarto y dormir, también estaba algo triste era la primera vez que iba a pasar su cumpleaños solo, sus padres estaban en un viaje de negocios al igual que su hermano mayor, el último justo ese día tenía un evento de pasarela, ya que Hong era diseñador de moda.
Marcó la clave y la puerta se abrió, pero un extraño olor, demasiado conocido llegó a sus fosas nasales, con sigilo entró y se encontró con nada más ni nada menos que con él alfa pervertido, este se veía cómodo acostado durmiendo en su sofá, sonrió malicioso y tiro su bolsa en el cuerpo del mayor.
— ¡Agh! ¿Qué haces cachorro? Acaso quieres matarme con tus libros. —San hizo a un lado la bolsa.
—Creó que Hong Hyung cometió un grave error al darle la clave de nuestra casa. —respondió enojado.
—Ya, no te enojes, tu hermano me dijo que cuidara de ti. —Se levantó del sofá. —También vine a dejarte esto, Feliz cumpleaños Woo. —despeino un poco el cabello del omega.
— ¿Eh? ¿Aun lo recuerda? —lo vio sorprendido.
—Claro, cada año enviaba un regalo para ti, le dije a Hong que guardara el secreto. —Sonrió. —Bueno, ya que no me quieres ver, iré a mi cita. —
— ¿Que cita? ¿Con quién? —el rubio no sabía porque preguntaba, San podía hacer lo que quisiera.
—Tengo una cita con una omega preciosa. —molesto un poco. —Adiós, fresita. —la puerta se cerró dejando a un enojado Wooyoung.
Aun no comprendía porque se enojaba y le molestaba que el alfa saliera con alguna omega, el era mucho más bonito que todas ellas, dio un pellizco en su mejilla a él no le interesaba San, claro que no.
—Alfa tonto, lo odio. —su vista se fijó en la bolsa que le había entregado anteriormente el mayor.
Saco el paquete y rompió el papel sus ojos brillaron al encontrar el rompecabezas limitado que tanto quería, comenzó a gritar de alegría, aun no se la creía. Pero su sonrisa se borro cuando recordó que cada año recibía un rompecabezas, él amaba esos regalos pero nunca supo quien se los enviaba, ahora sabía que San se los regalaba, se sentía un poquito mal por haber echado al ojiverde de su casa.
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