ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ
Se volvieron a encontrar de forma inusual.
San amaba intensamente a ese omega gruñon y posesivo. Y wooyoung adoraba con su alma a su alfa tierno, amoroso y a veces un poco pervertido.
Pero un día ocurrió algo que cambio la vida de ambos...
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Hongjoong estaba en su último año de universidad, tenia veintidós años cuando conoció a Song Mingi.
Muy pronto se graduaría de diseñador, tenía un trabajo, departamento y un auto, le iba muy bien, pero ese día estaba realmente asustado, su examen era mañana, tenía que presentar sus diseños y el modelo que contrató le había dicho que tenía una emergencia y no llegaría, el omega de cabello castaño quería llorar de la frustración.
Sentado en aquella banca del parque con su mirada perdida viendo el suelo, pensando en lo que haría, no sabía a quién pedirle que fuera su modelo, la ropa ya estaba diseñada pero no recordaba si conocía a alguien con las mismas medidas de sus diseños, ya que no era muy social, el único amigo que tenía estaba en el extranjero, en ese momento quería que la tierra se lo tragara.
Levantó su mirada y todo pasó muy rápido, fue como si sus súplicas hubieran sido escuchadas en ese preciso momento, sus ojos brillaron y una gran sonrisa apareció en su rostro. Frente a él pasó un chico muy alto, con cabello rojo, dándose cuenta que tenía las medidas exactas, tomó su bolsa y corrió tratando de alcanzarlo, cuando al fin pudo, jaló la chaqueta, tratando de llamar su atención, el chico giró y Hongjoong quedó paralizado en su lugar.
—Hola... uhm... ¿Te puedo ayudar en algo? —su voz era un poco grave.
El pelirrojo suspiro, aquel pequeño omega frente a él era precioso, su mirada estaba fija en él, pensó que solo que era amor a primera vista, pero cuando su lobo se removió en su interior al sentir aquel aroma a cereza, sabía lo que quería decir.
—Y-yo... —Hong no sabía lo que le pasaba, sus ojos grises estaban conectados con aquellos preciosos ojos color miel, además su lobo estaba feliz. —Se que parezco un loco, pero ¿puedo hablar contigo unos minutos? —
—Claro... —el pelirrojo sonrió y Hongjoong había sido flechado por aquella preciosa sonrisa. —Eres muy lindo... —
—G-gracias... ven conmigo hablemos en otro lado... —empezaron a caminar, buscado una cafetería. —Gracias por aceptar, a pesar de que soy un desconocido. —Hong sonrió avergonzado.
— ¿Eres un ladrón? —el castaño lo vio confundido.
— ¡Claro que no! —
—Si lo eres... —el más alto volvió a sonreír.
—Ya dije que no... —
—Pero si a acabas de robarte mi corazón. —Las mejillas de Hong se tornaron de un rojo intenso, viéndose muy tierno. —Lindo... —susurro.
—Que poeta... —el castaño dio una pequeña risita.
—Romeo es mi segundo nombre... —Hongjoong empezó a reír de nuevo. —Me gusta tu sonrisa. —
