01. Al fin puedo escapar.

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El frío de Londres es completamente arrasador en esta época del año

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El frío de Londres es completamente arrasador en esta época del año. Observo la punta de mis dedos, el color de mi piel se está tornando rojiza al no usar guantes como protección. Suspiro resignada e intento distraerme de la voz chillona de mi madre.

― ¡Te dije, Alek, te dije!

La ignoro y me dedico a mirar a las personas que caminan concentradas en ellas mismas. Sonrío cuando me percato de un grupo de gente arremolinada en un pequeño espacio del aeropuerto. Sus carteles sin una pisca de decoración son movidos de un lado a otro y la palabra 'Welcome' es repetitiva en cada uno de ellos. Apostaría a que es parte de su trabajo antes que creer que esperan a un familiar o amigo cercano. Aburrido, pienso. Cambio de objetivo y enfoco la mirada en otro grupo de personas que hacen cola para que su equipaje sea revisado. Decir que son las únicas personas en el lugar sería mentir, ya que estamos en el aeropuerto de Londres, un lugar en el cual encontrar a una persona o familiar es algo que requiere méritos y una mirada muy aguda. Y por supuesto, soy de las personas que necesitan gafas para poder hacer aquello. No me quejo, ya que siento que mis ojos color azul oscuro resaltan contra la luna de una manera peculiar, hasta podría decir hermosa.

Y no, no me considero un adonis andante, porque sé que no lo soy y no es como si ese pequeño detalle me ha afectado en algún momento. 

― ¿Cómo es posible que sigas con esas gafas viejas? ¡Vas a cambiar de aires! ―Dice mi madre perdiendo la paciencia―, deberías arreglarte más, tú sabes que no hay mujer fea, sino mal arreglada.

Frases como lo último que acaba de mencionar mi madre son parte de su vocabulario diario. Y si me lo preguntan... estoy cansada de ello, y jamás me voy a quedar callada, nunca lo hice, mucho menos ahora que estoy por irme. 

―Primero, mis gafas no son de ninguna vieja, son más delgadas que las que tenía y todo porque tú quisiste que así sea. Segundo, sé muy bien que no soy fea, así que ahórrate los comentarios.

Sí claro. Pienso.

Miren, no soy un adonis como ya lo dije, pero tampoco es que sea una aberración en el mundo como dice mi madre. Conozco mis dotes y sé sacarlos a relucir. De lo contrario, no podría formar parte del mundo de la moda en el que me encuentro, y todo porque sería aplastada en un instante. Mi trabajo es diseñar, especialmente si se trata de lencería fina y ropa interior para mujeres. En este último año, mi trabajo ha ido creciendo debido a mi dedicación por lo que me puedo permitir alardear de mi desempeño. Mi marca se ha hecho una de las más reconocidas en Londres y me siento orgullosa de eso, porque todo lo hice sin colgarme de nadie y con mi propio esfuerzo. Y eso es precisamente lo que le molesta a mi madre, que me esfuerce y dedique todo mi tiempo a perfeccionar mis diseños. Es algo irónico que su molestia se deba a esa razón, pero es así. Lissandra es una persona que toda su vida ha estado acostumbrada a vivir de alguien más, nunca ha trabajo en nada y su único objetivo es tener un esposo a su lado y que éste cumpla todos sus caprichos, y claro está que si no lo hacen, los desecha como basura. Obviamente que sus compromisos no han funcionado.

MI AMADA CONDENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora