08: Aire acondicionado para la calentura.

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Entro a la empresa por la puerta principal, el ruido de mis tacones se ve desplazado por las diferentes personas que entran y salen, unas hablando y otras totalmente centradas en sus pensamientos

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Entro a la empresa por la puerta principal, el ruido de mis tacones se ve desplazado por las diferentes personas que entran y salen, unas hablando y otras totalmente centradas en sus pensamientos. Sonrío porque me siento totalmente libre y ser nueva en un país prácticamente extraño puede parecer terrible, pero yo no lo veo de ese modo y eso tal vez tenga que ver con el hecho que esté recibiendo el apoyo de Emiliano. En serio, agradezco el gesto aunque no me sienta del todo cómoda, pero todo sea por trabajar en este lugar y por lo que más quiero. Sin darme cuenta ya estoy dentro del ascensor, decido sacar cualquier pensamiento de mi cabeza que me pueda desconcentrar para la jornada del día de hoy. Respiro profundo mientras espero llegar al piso correcto. El recuerdo del día anterior se cala en mi cerebro y no puedo evitar que una sonrisa ansiosa se plante en mi cara por la actitud de mi jefe. Realmente no tengo palabras, solo me siento súper emocionada por todo. Sé que no soy de mostrar lo que siento, pero aun así puedo gozar todo lo que quiero por dentro y eso es suficiente. Salgo del ascensor cuando las puertas se abren y en cuanto lo hago, observo a la recepcionista Raquel conversando con la misma chica de ayer. Me acerco y puedo notar que lleva un vestido rojo que se amolda a sus curvas. ¡Le queda perfecto!

―Hola, señorita Raquel. ―Digo para llamar su atención. Ella voltea y una sonrisa deslumbrante se planta en su cara cuando se percata de mi presencia. ¡Por Dios, necesito esa sonrisa!

Parezco un papel al lado de ella. Su piel se encuentra entre lo trigueño y moreno, pero lo más hermoso es que brilla como si fuera un caramelo. En momentos como este, quisiera tener sangre latina en mis venas, lo juro.

― ¡Hey, guapa! ―exclama acercándose al mostrador en donde estoy― ¡Adoro tu ropa! ¡Qué estilo! ―Alaga y no puedo evitar sonreír en modo de agradecimiento―. Creo que me tienes que decir donde conseguiste esa blusa lila, ¡la necesito! ―Se acerca a mi oído y continúa―, A que no sabes... ―Me alejo con lentitud abriendo los ojos con curiosidad para saber qué es lo que no sé.

― ¿Qué pasa, señorita Raquel?

― Oh nena, solo llámame Raquel. ―replica riéndose―. Bueno... se supone que el jefe te debe decir esto, pero como yo soy la que sabe todo los chismes en este lugar, pues te voy a contar.

¡Joder!

¿Y si ya me despidieron?

¡No, imposible!

― ¡Compartirás oficina con el bombón de Leone!

¿Qué?

¿Qué diablos?

Me muero, en serio que lo hago.

Estaba tratando de no pensar en el adonis que va ser mi compañero desde que me levanté; es decir, cada que quería hacerlo, hacía algo o pensaba en algo diferente tratando de distraerme de su belleza y del desplante que le hice ayer. Sin embargo, el universo conspira para que eso sea completamente diferente a lo que sea que estaba tratando de hacer empedernidamente.

MI AMADA CONDENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora