Aleksandra va en busca de su más grande sueño: ser la mejor organizadora de eventos del mundo. Y para ello, necesita deshacerse de todas las ataduras de su presente y volar kilómetros desde Londres hasta México. Un lugar que será su crecimiento hast...
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Después de dos horas aproximadamente, entramos a la casa de mi padre. Suspiro porque me siento cansada, créanme que no es broma estar con los tacones en un estacionamiento esperando que vayan a recogerte.
Necesito un auto.
Pero no tengo el dinero suficiente.
¡Joder! Pensé que sería más fácil.
Salgo del auto con desespero, azotando la puerta con fuerza una vez que estoy fuera. Empiezo a caminar de manera rápida pese al dolor que siento en los talones. ¿En serio debo estar así todos los días?
Al carajo.
Me detengo en seco, levanto mi pierna derecha y mi mano automáticamente va hacia mi falda para evitar que esta se levante. Me saco el tacón y hago el mismo procedimiento con el izquierdo.
Dios, que delicia.
Mis pies se sienten libres, todo se siente como la mejor sensación del mundo cuando me libero de tan atenuantes zapatos. Sin importar la calentura del suelo, empiezo a caminar hasta la entrada principal. Ignoro las miradas de los guardias y con rapidez, empujo la puerta, sintiendo por fin un poco de paz. Observo si hay alguien alrededor y suspiro aliviada cuando no hay nadie. Corro hacia las escaleras ignorando a Jorge que viene detrás de mí. Me quedo confundida cuando veo la puerta de mi habitación... o eso creo. Miro todas las puertas que están cerca y no encuentro mi nombre en ninguna.
¿Me confundí de pasillo?
Imposible.
―Eso... te quería decir... ―dice Jorge en cuanto me alcanza y ve mi cara de confusión. Lo miro sin entender―. Es la misma habitación... solo que sacaron tu nombre... ¡Joder, estoy cansado!
Me rio porque a las justas puede hablar debido a la agitación. Siento un poco de culpa por haberlo ignorado.
Pobre.
―Lo siento, Jorge.
Asiente y se retira sosteniendo su pecho para poder respirar.
Suelto un suspiro y no puedo creer que mi padre haya mandado a sacar mi nombre. Sí, era ridículo, pero le dije que no lo hiciera. En fin, no me quejo, no es como si quisiera que el nombre esté allí y tampoco es que me voy a quedar para siempre. Sin perder un segundo más, abro la puerta de mi habitación, entro en el lugar y al fin puedo respirar en paz. A mi mente viene el hombre extremadamente sexy, alto y... ¡Joder! ¡Esa voz!
No es normal tanta presencia junta. Mi cuerpo se estremece al recordarlo, pero toda emoción se va cuando recuerdo lo del estacionamiento.
Súper red flag.
Debo alejarme de tik tok, y esta vez en serio.
Aunque, podría seguir admirarando su belleza desde las sombras... o ¿no?