Educación Sexual (Dekubowl)

｡*✧Capítulo 14✧*｡

Izuku esperaba a sus amigos en una de las muchas mesas de la cafetería mientras comía un apetitoso banano. Shōto fue el primero en acercarse, sentándose al lado con su típico semblante inexpresivo. Se dedicó a observar al pecoso quien lucía ensimismado en sus pensamientos, de los cuales podía darse una idea por la manera en que lamía la pobre fruta.

Por supuesto, normalmente se come un banano con mordidas y no con lamidas ¿cierto? O era nada más ni nada menos que una indirecta como invitación al sexo oral. A lo mejor Izuku se quedó pensando en su insinuación acerca de la experimentación en la clase de Educación Sexual, por lo tanto, pasaba su lengua obscenamente sobre la fruta de silueta ambigua frente a él.

El pecoso seguía sin prestarle atención, pero tampoco buscaba llamársela, pues quería seguir viendo los ágiles movimientos que esa lengua realizaba sobre la banana, la cual poco a poco se distorsionó en su imaginación tomando entonces la forma de su pene.

Recibir una mamada por parte de Deku debía de ser la gloria, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Y por andar pensando en cochinadas, una erección salvaje apareció en sus pantalones.

—¡Todoroki-kun! —Escuchó la voz del peliverde, mas no reaccionó—. ¿Todoroki-kun? —Rápidamente pasó una mano al frente del rostro de Shōto.

Tras aquel movimiento, al fin despertó de sus pensamientos.

—Ah... ¿pasa algo, Midoriya?

—Oh, no, nada en lo absoluto. Solamente que te vi perdido en el infinito y más allá. —Mordió el banano, provocando cierto dolor en la parte baja del bicolor—. ¿En qué pensabas? —preguntó después de tragar.

—Pensaba en... —Hizo una pausa antes de responder—. Nada...

—¡Por cierto, casi se me olvidaba! —Le miró con una gran sonrisa, aliviando a Shōto por abandonar el tema lo más rápido posible—. ¿Puedes ir a mi habitación después de clase?

Al escucharlo, arqueó una ceja. Ahora estaba aún más seguro que las lamidas en el banano eran una señal.

Maldito banano, había disfrutado antes que él.

Su respuesta fue interrumpida con la llegada de Uraraka e Iida, quienes se sentaron en la silla de enfrente. Nada fuera de lo común, hasta que unos segundos después alguien más se arrimó al lugar.

—¡Hola! —El chico con sonrisa de tiburón los saludó—. ¿Puedo acompañarlos?

Todos lo miraron extrañados a excepción de Izuku, quien también poseía una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Claro! —respondió, palmeando varias veces la silla a su lado.

Caminó alegremente hasta ubicarse al lado del pecoso. Qué raro, a Shōto le parecía que estaban más confianzudos de lo normal.