Capítulo 4: Una Lata De Cocholate

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Harry se encontraba recostado contra el inodoro a las 6 de la mañana sintiendo que las náuseas al fin se iban y le dejaban un rato de paz para volver a dormir. Su nueva rutina matutina no era para nada placentera.

Oficialmente su embarazo había cumplido el mes y las náuseas no se iban, odiaba sentirse tan mareado y no poder vomitar, simplemente su boca comenzaba a salivar y terminaba por escupirla. Después su cuerpo proseguía a temblar sin razón alguna y tenía que sentarse en el suelo hasta que pasarán.

No puedo quejarme todavía, aún no tengo ascos.

Era viernes por la mañana, tuvo una pequeña siesta después de su malestar matutino y la alarma sonó puntual a las 7:30 para que iniciará su día. A pesar de trabajar en casa a Harry le gustaba aprovechar las mañanas, su horario de trabajo lo establecía de 11 am a 6 pm, aunque para mensajes urgentes él tenía que estar dispuesto a cualquier hora, por eso prefería despertar temprano y hacer todas las cosas del hogar.

Pará ser tan introvertido era alguien ordenado, le gustaban las rutinas. No salía mucho, pero lo compensaba con su ejercicio en casa, rutinas de Internet, trabajo físico limpiando la casa y por demás le gustaba cocinar. Parecía ser un ama de casa perfecta.

Antes del desayuno tenía una rutina de yoga, perfecta para quitarse la pereza, de preferencia la hacía en pijama. En la cocina tenía nuevos elementos y se acostumbraba a tomar los licuados de leche y semillas que venían en su nueva dieta, el secreto era agregar suficiente vainilla para que el sabor fuera aceptable. Limpiaba los platos y proseguía con la rutina simple de limpieza, barrer, aspirar, sacudir, regar las plantas y arreglar su cama. Siempre terminaba con el tiempo justo para tomar una ducha, vestirse y entrar puntual a las reuniones con sus compañeros.

Esa era su vida hasta el momento, demasiado sencilla, tranquila y algo que seguro extrañaría cuando viniera el bebé.

Después de una larga y muy exhaustiva reunión con el departamento de diseño sobre el nuevo videojuego que pensaban lanzar el próximo verano, Harry al fin pudo merendar. Se moría de hambre, así que tomó un descanso de 40 minutos en los que preparaba la comida (recomendada en su nueva dieta), su platillo favorito eran pastas. Fáciles de hacer, deliciosas y nutritivas.

Mientras comía su fussilli con atún recibió otra llamada de Donna, su madre.

—Hola mamá.

—Hola mi cielo, ¿cómo amaneciste?

—Con unas horribles náuseas y ganas de que esto nunca hubiera sucedido.

—Oh, bueno cariño, eso es normal. Pronto se pasarán

—O empeorará.

Harry no quería preguntar cómo eran los síntomas de Donna, sabía bien que sería algo malo y doloroso para ella recordar cómo fue su primer embarazo.

—Oye, tienes que ser fuerte hijo— una voz más masculina se escuchó en línea y Harry se dio cuenta que su madre añadió otro número para hacer conferencia.

—¡Papá!

—Unas cuantas náuseas no serán problema, eres más fuerte de lo que crees— Iván era el tipo de hombre que siempre decía frases motivacionales a las personas. Él siempre le recordaba a su hijo cuán bueno era y que nunca debía rendirse ante la adversidad.

—Si es verdad. Todo va a estar bien — en cuanto a Donna, ella era una persona demasiado sobreprotectora y también cariñosa, durante toda su vida se dedicó a mimar y a consentir a su hijo.

—Gracias... —Harry intentó sonar más alegre, en serio esperaba a que su madre no sacara el tema del padre de nuevo, había tenido suficiente con los mensajes de texto.

Madres de imprevisto (M-Preg Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora